Cuando mi lista de cosas por hacer pese como el plomo trataré de recordar que los años son cortos y tachar unas cuantas cosas para hacer tiempo a lo que de verdad importa. Cuando los gritos, el caos, el desorden, la ropa por el suelo al final de un largo día me sofoque, antes de escupir serpientes por la boca, encuentre ese segundo en el que respirar y recordar que los años son cortos. Y que cuando el día haya sido largo en vez de fustigarme sea capaz de hablarme a mí misma en voz de amiga, en tono de nana.
Porque los años son cortos y hay un tiempo limitado para la pena pero también hay un tiempo limitado para contemplar la belleza, para crear y para creer en el amor.
Os deseo en el 2017 QUE LAS ARRUGAS NO NOS BORREN LA SONRISA Y LAS PANTALLAS NO NOS ROBEN LAS CARICIAS,
QUE LA SERENIDAD SE HAGA VIRAL
Y QUE PIDAMOS MÁS AYUDA QUE PERDÓN,
QUE RECIBAMOS MÁS MENSAJES DE AMOR QUE DIAGNÓSTICOS,
QUE LOS CAMBIOS SEAN TODOS PARA BIEN,
QUE NOS CLAVEN LAS UÑAS POR PASIÓN Y NO POR RABIA...
Y que en esta colección de nocheviejas nuestros propósitos para el año nuevo no se cuelen por los agujeros de nuestras vidas caóticas y neuróticas, sino que contribuyan a hacer un mundo un poquito mejor... a veces.