Me escribe Vanessa por Wallapop interesándose por unos libros que tengo a la venta de cuando los chicos eran pequeños, unos libros de educación emocional que ya no usamos. No estoy muy segura de si es que hubo un momento en que me rendí o es que ya no hacen falta. El caso es que Vanessa, una desconocida a 83 millas de mí, quiere regalárselos a su hija para reyes. Quiere trabajar las emociones con ella. Inmediatamente siento el vínculo formándose. De madre a madre.
- Son preciosos -le digo-, ya lo verás, de tapa dura todos.
Me encanta ver que hay otras madres educando en emociones.
- Tu hija tiene suerte.
Le hablo de aquella entrada que escribí casi a comienzos del blog, en 2018: La princesa está triste.
- Búscala en Google si tienes un ratito. Wallapop no me deja pegar enlaces.
Entonces me cuenta lo que tiene su princesa de 11 años: una hermanita pequeña con parálisis cerebral. Además, el año pasado murió su tía, la hermana de Vanessa. Me estremezco. La princesa está triste. Vanessa compra libros en Wallapop para acompañar las emociones de la princesa. Ahí estamos, dos madres desconocidas vaciando corazones en un chat de Wallapop.
UNA no encuentra tiempo todavía de ir al gimnasio a horas razonables así que hace ejercicio en casa. YouTube es una mina. He encontrado los vídeos de una irlandesa maravillosa que se han convertido en mi personal trainer. La irlandesa tiene grupos de seguidores en Facebook y me uní a uno por motivación. Fue allí donde una chica, Liliana, propuso formar un subgrupo por Messenger: Accountability significa básicamente añadirte un poquito de presión en forma de gente que está haciendo lo mismo que tú y así ser capaz de mantener la constancia. Somos 8 mujeres haciendo el mismo programa de ejercicio en YouTube desde distintas partes del mundo, levantándonos temprano para hacerlo pues sabemos que se lo tenemos que contar a las otras 7. Llevamos juntas desde principios de noviembre y nos vamos conociendo. Cada día echamos un ratito chateando.
- No hables con extraños-, le diría UNA incoherente a mis hijos.
Una de estas extrañas se ha ido abriendo un huequito en mi corazón. Se llama Susan. En su foto de perfil queda claro que es bastante mayor que yo y el hecho de que una mujer de su edad haga ejercicio a diario me inspira. En la foto aparece con un caballero sonriente de pinta afable y barba blanca que la abraza. Luego nos contará que es su marido y tiene demencia. El día de Navidad él pensaba que estaban en Hawaii en su luna de miel. A mediados de diciembre Susan descubre una recidiva de su cáncer de pecho. El grupo está sobrecogido ante la noticia. Sending prayers your way. No pueden operarla porque en el pre-operatorio se ha revelado una condición en su corazón que impide la anestesia. Susan está desolada. ¿Y ahora qué? No puede seguir haciendo ejercicio, le han dicho, así que no tiene sentido que siga en el grupo. Susan se despide. Mas no se va. No se ha ido. Sigue en el grupo. Apoyando a las que sí podemos hacer ejercicio. Sintiéndose virtualmente acariciada, acogida por 7 desconocidas que hacen piña alrededor de su cáncer.
Si el puñado de lectores que me seguís en Facebook o Instagram os vais al sitio del blog en Blogger y lo visualizáis en versión web, veréis que debajo de cada entrada suele haber un único comentario, el de Beauséant. No sé quién es. Es mi seguidor desconocido. Los demás sois amigos y familiares conocidos y muy amables. A Beauséant no lo conozco ni estoy segura de cómo encontró mi blog. Para mí descubrir el suyo fue en efecto un gran descubrimiento: un blog de fotografía que os enlazo abajo y al que ya he hecho alusión por aquí en más de una ocasión. Beauséant no sabe que uso sus fotografías de fondos de pantalla de mi ordenador, ni que forré la pared frente a mi escritorio con su serie de faros para recordar hacia dónde tenía que dirigirme en mitad de una oscuridad. Beauséant no sabe tampoco que me siento culpable por leer sus entradas a salto de mata y no encontrar el momento de comentárselas; no encontrar siquiera el momento de contestar a su comentario habitual en mis entradas. Todas las semanas me lo propongo: el jueves por la mañana que no tengo clase me voy a ir a la Tarterie, me voy a pedir un americano y voy a comentar y contestarlo todo. Luego llega el jueves, y Dolfete hijo3 se ha puesto malo y hay que llevarlo al pediatra, o tengo que llevar a mi madre a vacunar, o se ha complicado la comida. La vida pasa. El jueves pasa. De nuevo el comentario de Beauséant colgando en el vacío. Sin embargo, algunos de esos comentarios se han hecho cita en mi mente. Para agradecérselo, hace un tiempo le pedí su dirección y le mandé lo que para UNA es siempre el mejor regalo, un cuaderno. Para agradecérmelo, él o ella me mandó una fotografía revelada de las suyas en un papel que admiró el señor de la tienda de cuadros al que la llevé a enmarcar. Dos blogueros agradecidos. Ni siquiera sé si Beauséant es un él o una ella y me gusta no saberlo pues el desconocimiento estrecha el espacio del juicio. A esa fotografía siguió otra. Ambas ocupan un lugar especial en mi buhardilla. También se han hecho cita.
Este es mi Love Actually de esta Navidad. Vanessa. Susan. Beauséant. Podría seguir relatando anécdotas de perfectos des-conocidos con los que en un momento dado he llegado a sentir un destello de conexión más brillante que con algunos de los que me he sentado a cenar en la misma mesa en Navidad. UNA, que siempre anda despotricando de lo difícil que las nuevas tecnologías nos han puesto la tarea de la maternidad, agradece sin embargo a internet y sus secuaces estos personajes con los que me ha conectado en mi vida mundana.
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Tus palabras se reflejan en todas esas mamás que siguen preguntándose así mismas, que hay que hacer ahora y obtiene la respuesta que su instinto le da.
ResponderEliminarTransmites magia llena de realidad, me gusta tu lectura.
Vaya, tengo algo en un ojo... vengo por aquí y siempre tengo algo que decir, pero ahora me he quedado sin palabras. Gracias por recordarme para lo que debería servir internet, a veces lo olvidamos con tanto ruido.
ResponderEliminarUn abrazo enorme y gracias, una palabra bien chiquita para describir todo lo que me gustaría decir
Me encanta como escribes, siempre me identifico un poco con tus relatos...gracias por estos momentos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Teresa, en el fondo creo que todos escribimos para intentar encontrar esos momentos de complicidad.
EliminarMe ha llegado al alma. Gracias por este precioso relato.
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