Tarde de miércoles.
Paul hijo1 tiene mañana un examen y tiene que estudiar, pero está chafado porque también quiere entrenar. -¿Qué hago? Viene un amigo de Gusi hijo2 a casa a hacer las tareas del cole. Tienen que hacer una receta de no-sé-qué. -Mamá, ¿tenemos estos ingredientes? -No, no los tenemos. -¿Y dónde está la batidora? -En su sitio. -¿Cuál es su sitio? Llama la abuela que quiere sacar a Dolfete hijo3 a merendar, Dolfete no quiere pero no se lo dice, se lo dice a UNA para que UNA se lo diga a la abuela. UNA por otro lado no quiere que la abuela se vaya sola a merendar así que irá UNA, aunque irá con el culo encogido porque no le gusta dejarlos solos mucho rato que se pelean. Mis suegros me llaman que quieren ver a los niños. Paul hijo1 tiene que estudiar. -¿Y cuándo entreno? Mi suegra: -Mañana pues. Mañana Gusi hijo2 no puede porque tiene que hacerse una prueba-covid para el equipo de fútbol. UNA estará trabajando en la escuela a esa hora. Mis suegros dicen que no lo llevan. Llamo a mi sobri. -¿Puedes llevarlo tú? -Claro que sí, tita. Gracias. -Gusi, que la tita te lleva, ¿dónde es? -Mamá, que no nos interrumpas más que estamos haciendo el trabajo de la receta. Dolfete sigue cabreado: ya no tiene que ir a merendar con la abuela pero ahora tiene que ir a merendar con mis suegros. Peter llama en medio de la marabunta.
Pienso en la tarde del jueves.
Recuerdo a un amigo de Peter que me dice siempre:
El trabajo es descanso.
UNA llega a clase.
UNA da su clase.
Ya está.
Marabunta-free.
Pero la tarde del miércoles UNA está sosteniendo.
A las ocho es mi sesión online para bajar al cuerpo, y entro en ella acelerada y con una retahíla destilándose en mi cabeza:
Váyanse ustedes a la mierda. Todos. Monstruo1, monstruo2, monstruo3, suegra, amigo del monstruo2, abuela, suegro, marido... ¡TODOS! ¡A la mierrrrrrrrda!
Estoy en plena ola de victimismo cuando entro en la sesión. Es mi drama. UNA siente que tiene que solucionar la papeleta de todos, pequeños y grandes. ¿Sabes lo que me apetece? Me apetece meterme en mi cueva y que me dejen en paz. Un ratito por lo menos.
La imagen me la presta Toñi en la sesión. Es como las torres de los catalanes. Lo que toca, dice, es dejar de sostener, porque ella también es madre y sabe de lo que UNA está hablando: dejar de sostener a todos los que están en lo alto tuya y que, desde tu rol de víctima, sientes te aplastan los hombros.
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¿Sabes qué? Que tengo la sospecha de que, si nos saliéramos de esa torre humana por debajo, la torre no se desmoronaría. Sostenemos por inercia. Nos ha precedido un modelo de mujer-sostén. Pero ninguna es imprescindible. A las que no nos viene el-sacrificio de fábrica, este modelo ya no nos sirve y de ahí el-victimismo.
La buena noticia es que UNA, en su búsqueda, ha localizado el antídoto (ahora sólo le hace falta aplicárselo). Se llama "propiedad del problema". Es una pregunta:
¿A quién le pertenece este problema?
Paul tiene que estudiar pero también quiere entrenar. ¿De quién es el problema? De Paul. Gusi tiene que hacer una receta y no tiene los ingredientes. ¿De quién es el problema? De Gusi. Dolfete está cabreado. ¿De quién es el problema? Bueno, ése es un poco mío, porque Dolfete cabreado puede ser como una muy-mala-jaqueca.
No estoy diciendo que nos lavemos las manos ni que nos tapemos los oídos. Estoy abogando por no responsabilizarnos de problemas que no sean nuestros. Si tu hijo (o por extensión, cualquiera en tu entorno) tiene un problema, piensa en ti misma como una ayudante, una auxiliar, una asistente, una cooperadora, en lugar de como la-poseedora-de-todas-las-soluciones-y-respuestas. Esto resulta liberador, al tiempo que humilde, pues en efecto UNA no tiene todas las respuestas.
Escuchar, sí.
Empatizar, sí.
Pero ¿solucionar? Solucionar no.
Ya venimos bastante cargadas. Muchas, la primera UNA, nos hemos sobrecargado ya con la culpa: cuando no somos capaces de "solucionar" a nuestros hijos, enseguida hacemos el cambio de sentido y un escrutinio para ver qué hemos hecho mal nosotras para que las cosas, hijos incluidos, hayan salido así.
Salte de la torre, nena, que no se desmorona. Tómate un descanso y vuelve cuando tengas las pilas recargadas con un poquito de tu savia. Salte de la torre antes de mandarlos a todos a paseo. De hecho, vete a dar el paseo tú. Deja de sostener... que no se caen.
Imagen de Avogado6 |
Esto es un poquito más complicado de aplicar cuando los críos son más críos. UNA lo tiene fresco todavía. Pero escanea tu derredor que siempre habrá alguien que pueda sostener un rato mientras tú te vas a dar ese paseo. Claro que para irse a dar un paseo hay que aprender a soltar. ¿Sueles intentar resolver todos los problemas de tus hijos? Explora por qué. Aprender a mandar a tu parte controladora a tomar mucho viento fresco también. Muchas estamos en ese aprendizaje. UNA a punto de graduarse. Ja, ja, ja.
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Me ha encantado,pues si a veces es muy sano mandar a tomar por culo y soltar la bandera de salvadora,que a la que más tenemos que salvar es a una, nos vemos en la graduación gracias por el regalo compañera
ResponderEliminarGracias por este regalo. Dejar de sostener, importante tarea.
ResponderEliminarSoy defensora hace tiempo de permitir que los hijos sean autónomos. No somos imprescindibles desde luego. La autonomía permite liberarnos y liberarles también a ellos. Gracias
Las personas tendemos a la comodidad, al mínimo esfuerzo. Si nos acostumbramos a que alguien empuje por nosotros, dejamos de hacerlo... A veces es mejor dejar que esas personas que dependen de una se ahoguen un poco, sólo un poquito, para que recuerden como es eso de nadar ;)
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