Hay un tipo de persona altamente sensible. Los-sensibles. UNA lo es. UNA coge cualquier anécdota de su vida mundana y la convierte en una entrada de un blog con tintes poéticos. Para ejemplo mi último post: La atención sesgada. Cualquier madre que lo haya leído, te lo puede resumir en pocas palabras:
Ésta está hasta los cojones de marido y de niños después del confinamiento.
Sin embargo, a UNA que piensa más que habla, que piensa más que duerme, que piensa más que vive, más que siente, estar hasta los cojones le sirve para reflexionar sobre cómo ponemos la atención sobre lo que nos interesa que confirme lo que creemos.
Para pensar tanto y transformar anécdotas mundanas en posts semi-literarios hace falta mucha observación y mucha sensibilidad, aunque esto suene un poco arrogante. Ésta es la parte que me gusta de este rasgo mío (que por cierto UNA no eligió, le vino dado), y es que me permite crear. La creatividad y la sensibilidad suelen trabajar mano a mano. La creación, de hecho en mi caso, es la vía terapéutica de la sensibilidad. Así la canalizo.
Pero no todo es belleza. Ahora viene la bestia.
Una vez le pregunté a Peter con cuánta frecuencia pensaba él en la muerte. Me miró con cara de qué-clase-de-pregunta-es-ésa. El icono de los ojos como platos era la cara de Peter.
La conciencia del paso del tiempo y la conciencia de la muerte están presente de manera constante en el día-a-día de los-sensibles. No estoy diciendo que Peter sea un insensible, que no lo es aunque él presuma de que le late por corazón una lata de cerveza; estoy diciendo que no es una persona altamente sensible en el sentido al que me estoy refiriendo aquí. Las personas altamente sensibles nos damos cuenta desde pequeñas de que la gran mayoría de los-otros no atraviesan la vida como lo hacemos nosotras, y eso nos hace sentirnos agrietadas, como si hubiera algo fundamental roto en nosotras.
Las personas altamente sensibles viven los cambios y las transiciones con especial conciencia. Si sigues este blog, has leído cómo UNA vive los cumpleaños de los hijos (Todo pasa y todo llega), el final del verano (Hace septiembre), o las mudanzas (Un bote de pastillas).
Aún recuerdo el día de mi primera comunión, que había estado tanto tiempo esperando impaciente. Al final del día, aquella UNA de 9 años se puso a llorar porque le daba pena que un día tan especial llegara a su fin. Paul hijo1, que como UNA es altamente sensible, cuando nos íbamos un fin de semana fuera, desde muy chiquito lloraba desconsolado a la vuelta porque el finde se había acabado. Esta conciencia de los finales acompaña a las almas altamente sensibles, constantemente conscientes de la caducidad de la vida.
Paralela a esta conciencia, los-sensibles no nos llevamos bien con la falta de control (en no pocas entradas de este blog ha suspirado UNA ¡Ay, el control!). La rutina es ancla a la que nos aferramos porque nos da sensación de seguridad pues no manejamos bien la incertidumbre: Los cambios, lo desconocido, la falta de certeza. Lo que no controlamos produce en los-sensibles una sensación de vértigo, como si tuviéramos los pies colgando sentados en el alféizar de una ventana.
Los-sensibles, por todo esto, tenemos mayores probabilidades de sufrir ansiedad. La ansiedad se cuela por la grieta. De la ansiedad colada va este post y los dos que siguen.
La ansiedad no es sólamente tener un ataque de pánico como el que conté en la entrada de Un bote de pastillas. Ansiedad son muchas otras cosas:
Ansiedad puede ser estar constantemente preocupado, enlazándose las preocupaciones unas con otras como cuentas de rosario ensartadas.
Ansiedad puede significar estar en modo-bucle con un tema, obsesionarse sin ser capaz de tomar distancia ni soltarlo, porque el-ansioso tiene la creencia inconsciente de que pensando mucho en el tema, lo puede controlar, pero que si lo deja ir, se le descontrola.
Ansiedad puede ser vivir en el futuro, en lo que pueda pasar, haciendo premoniciones catastróficas, sin que el subconsciente sea capaz de discernir que el futuro no se puede controlar y que el único momento vital en el que todo-está-bien es ahora.
Ansiedad puede ser vivir en el pasado, martilleándonos a reproches por los errores cometidos o cuestionándonos constantemente si habremos elegido la carrera correcta, la pareja perfecta, o si estaremos andando el que creemos único camino diseñado para nosotros.
Ansiedad puede ser noches de insomnio donde todos los monstruos que hayas conseguido acallar durante el día a base de mantenerte ocupado o de -escucha esto- hacerlo todo "perfecto", te asalten mientras tú intentas conciliar el sueño.
Ansiedad puede ser despertarte con la mañana con desazón.
La ansiedad, querida, es una putada si no la gestionas bien.
Pero si te paras a escucharla, puede ser un portal a la creatividad, a la compasión, al reencuentro contigo misma, a volver a empezar a quererte (que te tenías muy abandonada), a confiar en tu propio criterio -sea el que sea- y no tomar las decisiones basadas en influencias externas de los-que-bien-te-quieren.
Es un camino que, si lo sigues, te devuelve a ti.
Lo que me ha otorgado la madurez es ir poco a poco haciéndome amiga de la grieta, y comprobar que la alta sensibilidad, además de ansiedad, también me ha regalado el disfrute de mi vida agrietada, como ya relaté en el post Envejecer: Dime, ¿qué piensas hacer con tú única, salvaje y preciosa vida?.
Como dice el poeta Rumi, la herida es el lugar por donde entra la luz, o como dice Leonard Cohen en la canción Anthem,
There's a crack in everything: That's how the light gets in.
Mi mayor debilidad ha resultado también ser mi mayor fortaleza.
Esta grieta, este exceso de sensibilidad, me ha merecido apelativos tipo dramática, cómica, exagerada, extremista; el título de drama queen; y los ojos en blanco de tenías-que-haber-sido-actriz, apelativos que en su día día UNA vivió como insultos y que ahora UNA transforma en halagos.
He hecho las paces con la grieta y la ansiedad ha mediado en el proceso.
Las dos entradas que siguen resumen en dos tomos -para UNA muy breves; para el lector probablemente eternos- mi andadura como usuaria de la ansiedad.
Lo que sé de la ansiedad de UNA.
No voy a publicar estas dos entradas en redes sociales porque son entradas altamente sensibles, es decir, entradas que sólo van a llegar a los-agrietados, pero habiendo llegado hasta aquí en el recorrido de la ansiedad, me parecería mezquino no compartir lo que sé de la ansiedad, especialmente por romper una lanza en favor de un enfoque menos deshumanizado de la ansiedad, un acercamiento al tema que no se limite a silenciar los síntomas sin abordar las causas.
Espero que te ayuden a hacer las paces con tu grieta: ¡Que se abra el telón de tu vida agrietada! ¡Y que entre la belleza!
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