La idea de la autofidelidad me vino sugerida por un podcast de Glennon Doyle (a quien a estas alturas de mi blog ya conocéis por el número de veces que me inspira), un episodio sobre la infidelidad en la pareja. Os dejo el enlace abajo (está en inglés).
Me pregunté, en la línea de las preguntas de UNA que pueblan Una_Vida_Mundana:
Fidelidad es seguir los impulsos, al estilo más básico. ¿Cuántas de vosotras, si os entran ganas de hacer 💩 en el trabajo, os las aguantáis hasta que llegáis a casa? El eructo, el pedo, el bostezo, estirarse... se quedan dentro. El enfado, la ira, la tristeza, la melancolía, la espontaneidad... también se quedan dentro. Cuando UNA era pequeña en el cole la sacaban de clase a tutoría después de comer, y recuerdo la preocupación de que me sonaran las tripas en mitad de la formalidad de la tutoría. Pedía disculpas por estar haciendo la digestión. Os dejo el enlace a Irene Lyon abajo (también en inglés), quien habla de la importancia de seguir los impulsos para que el sistema nervioso autónomo se regule y confíe.
La autofidelidad es autocompasiva, lo que no la exime de ser exigente. Es decir, requiere esfuerzo y fuerza de voluntad, al igual que requiere esfuerzo y fuerza de voluntad ser fiel a tu amado, a tu amada. No te irías con el primero que se cruzara en tu camino que te hiciera una carantoña, ¿verdad? Pondrías por delante la lealtad a los principios y valores que juraste cuando te comprometiste. Pues del mismo modo no te comas un dulce cubierto de rosa y relleno de blanco si sabes que vas a arruinar tus esfuerzos de perder 3kg antes del verano, no porque sea importante perder 3kg antes del verano, sino porque TÚ tomaste la decisión de hacerlo, y eso la hace importante. Os dejo el enlace a Kristin Neff (también en inglés) quien habla de que cómo la autocompasión ha de ser feroz.
Autofidelidad es, pues, lo contrario del autosabotaje y del autoboicoteo. Si tienes un objetivo a largo plazo y te eres fiel, no te rindes ante el primer obstáculo, no caes vencida la primera vez que las cosas salen mal. Te levantas, recoges el aprendizaje, lo metes en tu mochila y sigues andando. Autofidelidad también significa no dejar que tu parte perfeccionista te agote con su lista imposible de cosas por hacer a corto plazo y te haga procrastinar aplazando indefinidamente ese primer objetivo que te fijaste.
Autofidelidad implica confiar más en ti, en tu instinto, en la voz interior que te habla a veces sin palabras, a veces en imágenes; confiar en esa voz interior más que en todas esas voces foráneas que aconsejan, vengan de libros de autoayuda, de familiares o de amigos bienintencionados. Se trata de darle prioridad a lo que TÚ sabes que quieres, a lo que TÚ sabes que te sienta bien. Supone igualmente vigilar de cerca esa charla interior y no permitirle que te hable mal. Igual que UNA pone límites fuera y le dice a sus hijos adolescentes:
"A mí no me hables así; no voy a tolerarlo",también hay que ponerle límites a la voz interior. Cuando osada me llame mala-madre, o cruel me diga que no doy la talla, o insensible me grite que no soy suficientemente buena, decirle
"A mí no me hablas así: no voy a tolerarlo".
Practicar la autofidelidad no es tan fácil como pudiera parecer en esta entrada. Hay mucha vida robada y hay que ser muy determinada para no ponerse nada que apriete. Sobre todo hay que presentarse todos los días. Hay que aparecer delante de UNA y decirse:
Aquí estoy.
Déjate caer que tengo tu espalda.
Autofidelidad también es, cuando las cosas vayan bien, dejarte disfrutarlo, dejártelo sentir. Tomarme el tiempo para saborear, realmente saborear, que Dolfete hijo3 haya dicho: "mamá, he dejado la mascarilla sobre el pomo y ya no está", y a sus 10 años haya usado la palabra pomo en vez de picaporte; que Paul hijo1 esté defendiendo en una multillamada con sus amigos la película CARS, que fue estandarte recurrente de su infancia hasta tal punto que Peter y UNA nos sabíamos los diálogos de memoria; que Gusi hijo2 me diga antes de acostarse: "mamá, estoy feliz"; que Peter me lleve el café a la cama antes de irse a correr; que se oigan los pájaros al despuntar el alba. Dejártelo sentir.
Autofidelidad es no permitir que la desidia te robe los sueños. Es decir que no cuando tienes que decir no pero también, y esto es más difícil, es decir que sí cuando tienes que decir sí: si te apetece hacer el amor, pero te da pereza, date un achuchón; si tienes mono de campo o de playa pero te supera el lío de hacer las maletas, simplifica y vete con lo puesto; si nadie te regala flores, mándate un ramo de girasoles y págalo de la cuenta común, porque tú lo vales.
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Autofidelidad es no permitir que un desplante ajeno, que tiene con toda seguridad más que ver con el-otro-que-no-eres-tú que contigo, te arruine el día (o la vida).
Autofidelidad es que tu marido, o tu suegra, o tu padre, o tu hijo, o tu amiga, te digan que no les gusta nada lo que escribes, lo que cocinas, lo que piensas, lo que pintas, lo que creas... y tú sigas escribiendo y cocinando y pensando y pintando y creando a pesar de. E incluso porque.
Autofidelidad es "No te hagas eso": No te abandones, no te tires al barro, no te exijas tanto, no te culpes por todo, no te preocupes por todo, no te responsabilices de todo, no te machaques echándote el mundo sobre tus hombros.
Y tú, ¿te eres fiel?
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Sublime
ResponderEliminarAgradecida por el adjetivo
ResponderEliminarBuff, has planteado una pregunta que es una verdadera carga de profundidad :)
ResponderEliminarLeyendo la lista diría que no, que no lo soy, pero estoy en ello, de momento me voy entendiendo...
Haces reflexiones muy profundas, cierras la pestaña del navegador y ahí siguen.
Al final son las preguntas las que nos revelan, más que las respuestas. Gracias.
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