Una de las cosas que mayor sensación de soledad produce en el mundo es la expresión en el rostro de una persona que no ha padecido nunca de ansiedad cuando tú estás padeciendo de ansiedad. Te miran con extrañeza, con rareza, con cierta enajenación que tu mente ansiosa lee como:
No tengo ni idea por lo que estás pasando, no alcanzo ni por asomo a comprenderlo y además una de dos: o bien lo desapruebo, o bien me parece patético. O las dos: lo desapruebo pues me parece patético.
Por eso, los que sí padecemos ansiedad formamos una especie de club tácito. Nos miramos entre nosotros como diciendo:
Yo no te puedo rescatar pero sé de qué infierno me hablas: yo he estado ahí.
De la ansiedad he escrito mucho en el blog desde fuera y desde dentro.
Ahora que escribo desde fuera puedo tratar de explicar la ansiedad en pocas palabras para tratar de hacerla comprender al que tiene la suerte de no padecerla y que así pueda acompañar mejor al que a su lado la padece. Lo cierto y lo terrible es que cada vez hay más pacientes.
Imagina tu vida como un paseo de domingo estival por el campo. Hay lentiscos y madroños, helechos y plantas aromáticas. Hay clavellinas y gramíneas, malváceas y cardos. Los colores se suceden: los blancos se entremezclan con los morados, los amarillos se superponen a los verdes. Los verdes se azulan, los rosas presumen leñosos. El espectro de colores y de especies silvestres es una maravilla para el-no-ansioso.
Mas el-ansioso tiene la atención lapada, agarrada, atrapada en un algo-negativo. El algo-negativo puede ser un problema personal o una preocupación universal. El-ansioso no ve más allá del algo-negativo. En su paseo por el campo, si el algo-negativo es rojo, el-ansioso sólo verá el-rojo. Sólo el-rojo: se perderá la miríada de colores. Se perderá el resto de la flora. Cuanto más camina el-ansioso, más rojo percibe hasta tener la sensación de estar en-rojo, de vivir en-rojo, de que todos los colores se difuminaron en-rojo.
Como te digo, lo de menos es el algo-negativo. Eso puede cambiar. El-ansioso puede estar preocupado por su hijo o por su madre, por un síntoma persistente en su garganta o por que sea primavera en noviembre, por qué-vamos-a-comer-hoy o por la muerte. Todo se le hace rojo. Si el algo-negativo toma otro estado, puede mudar el color. A amarillo, por ejemplo. Amarillo ansiedad. Entonces ya no hay rastro de rojo. Todo se le hace amarillo.
La atención atrapada en-amarillo lapa.
Por eso, cuando camines por la vida con alguien que padezca ansiedad, recuerda que, mientras tú ves todos los colores, la vida de el-ansioso es monocromática: donde pone la atención es donde sucede su vida. La vida de el-ansioso es toda roja. O toda amarilla.
Lo has explicado muy bien, como suele ser habitual .)
ResponderEliminarDe todas formas veo una falta de empatía galopante, ¿no? Puedo no entender el sufrimiento de alguien, pero sí sé, y entiendo, que algo te hace sufrir y, no sé, ese algo nunca me parecerá patético...
Pero sí, hay gente que es así. Muchos que no creen en la lluvia hasta que les pilla sin impermeable..
Ciertos problemas son complicados de transmitir y tienen que comunicarse mediante metáforas y por eso, a muchas mentes cerradas, les cuesta ponerlos en la categoría de reales. Cuando te rompes una pierna esta todo claro, tienes una radiografía, un hueco descolocado, etc, etc... Cuando se te rompe algo dentro ya es más complicado, ¿verdad?
Un abrazo