Allá donde diga "cocina coqueta" puedes esperarte una cocina realmente pequeña, cuando no diminuta. Olvídate de llevarte la Thermomix. No cabe.
Si el piso anuncia 4 "habitaciones" (y no especifica "dormitorios"), cuando llegues, encontrarás que una de las habitaciones es en realidad un mini-office adherido a la cocina (¡sorpresa!), o bien que la supuesta cuarta habitación ha sido incorporada al salón (¡tárá!¡magia!), o bien que se trata de una mini-celda en la que apenas cabe una mesa de despacho de canto.
Si el anuncio comienza con la palabra "magnífico" piso o "fantástica" casa, tú no te conmuevas porque estos vocablos insertados en un anuncio inmobiliario significan literalmente NADA: hemos visto auténticos cutreríos calificados como "fantásticos". Magníficos cutreríos eran.
Si el piso se anuncia como "amueblado", prepárate para la nostalgia: verás los muebles del piso de tu tatarabuela aderezados, eso sí, con alguna chuchería del IKEA.
Donde diga "salón muy luminoso", puedes ciertamente esperarte que el resto de las estancias sean interiores y oscuras. Llévate linterna a la visita.
Los metros cuadrados expresados en anuncio siempre corresponderán con los construidos. Los útiles ya son otro cantar.
Si especifica que "se admiten mascotas", asegúrate de echarle un buen vistazo al suelo, pues con toda seguridad la propiedad ya no apuesta por él.
Si el piso necesitara “una pequeña reforma”, te aconsejo que ni te molestes en ir a verlo. Está en ruinas. Escenario post-bélico.
Donde diga “rodeado de todo tipo de comercios y zonas de ocio”, comprueba que las ventanas tengan doble acristalamiento pues la zona viene amenizada con ruido de fondo.
Si está “a 10 minutos del centro”, arranca el coche o ve sacándote el bonobús.
En cuanto a las fotografías que incluyen los anuncios, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Los verdaderos héroes de esta historia son los fotógrafos que, merecedores de un Óscar, terminan perdiéndose en el anonimato.
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En fin, lo que concluyo es que, poco más o menos, los anuncios inmobiliarios son para las viviendas una metáfora de lo que las redes sociales son para las personas. ¿O no? Publicamos "la cara vista del anuncio de Signal" de la canción de Mecano: UNA no publica en Facebook una foto del día que no salió de su pijama y acabó llorando en el suelo del cuarto de baño; de hecho, ese día no hubo selfie que valga. UNA publica la foto del día que subió 3000 metros de montaña y estaba radiante tras su hazaña. UNA no publica la foto del día que odiaba a todo el mundo y toda la gente; UNA publica la foto del día que salió perfectamente maquillada y peinada (que puede que coincida, de hecho, con el único día que salió). Así somos. Así nos vendemos.
¿Qué pasaría si hablásemos abiertamente del día del pijama en el suelo del baño o el día en que nos sentimos agraviadas por todos? ¿Cómo sería el mundo si osáramos a ser vulnerables, a mostrar de cuando en cuando la cara oculta del anuncio?
Nosotros tuvimos una adolescencia más auténtica. Lo que UNA teme es que mis hijos, que atraviesan su adolescencia entre Instagram y Tiktok, lleguen a creerse la cara vista del anuncio de Signal y piensen que la cara oculta sólo habita en la-casa-de-UNA o en la familia-de-5 y lleguen a sentirse peores o diferentes por ello. Y como mis hijos, los tuyos.