jueves, 3 de octubre de 2019

Por favor, no romper nada


Las palabras abstractas son difíciles de entender, cuanto más de definir. Intenta definir lo que es la vulnerabilidad. Complicado, ¿no? El otro día me crucé con un meme en internet que decía así: 


Amor es tocar el mundo interno del otro y no romper nada.

Pensé: 
¡Somos tan frágiles por dentro!
Todos… hasta los que son robustos por fuera. 
Todos. 
Frágiles.

La vulnerabilidad, que está inescrutablemente unida a esa definición que me encontré del amor en un meme, consiste precisamente en abrir la puerta y dejar pasar al otro-que-no-eres-tú a TU mundo interno sin la garantía, escúchame, SIN la garantía de que no rompa nada. 
Cada vez que le enseñes al otro-que-no-eres-tú esa vasija que no le enseñas a nadie, cada vez que le muestres al otro-que-no-eres-tú esa cortina de cristales que no paseas por el mundo, cada vez que el-otro-que-no-eres-tú se pasee por TU mundo interno y se encuentre con tus espejos y tus piedras menos preciosas y tus cuencos y tus copas, no tienes ninguna garantía de que no vaya a romper nada. ESO es vulnerabilidad: Hacer al otro-que-no-eres-tú un tour por TU mundo interno, con la incertidumbre de no saber si romperá algo y la confianza puesta en que -por amor- no lo rompa.
Contarle a otra mamá que no tienes ni idea de lo que estás haciendo como madre y que has decidido buscar ayuda profesional para las complicaciones de tu hijo porque tú ya has agotado todos tus recursos y no sabes ayudarle, y confiar en que no lo utilice como cotilleo ni para juzgarte: ESO es vulnerabilidad. 
Confesar a tu antigua compañera de clase que no vas a la celebración de los 25 años de la graduación porque has engordado otros 25 kilos desde entonces y sientes vergüenza propia, y esperar que ella no se regocije en el hecho de que ella sigue usando la misma talla que entonces: ESO es vulnerabilidad. 
Reconocerle a tu pareja que uno de tus hijos lleva semanas cayéndote mal, que literalmente no lo aguantas, siendo consciente de que existe la posibilidad de que tome una actitud paternalista o incluso de reproche en el próximo conflicto que tengas con ese hijo que te viene cayendo mal: ESO es vulnerabilidad. 
Ponerte sexy sin saber si tu pareja estará cansada y no tendrá ganas: ESO es vulnerabilidad.

Vulnerabilidad es, al fin y al cabo, estar abiertos a la herida. 

Porque efectivamente existe la posibilidad de que esa mamá use la terapia psicológica de tu hijo para cotillear con otras mamás, y la posibilidad de que tu amiga-tipazo rellene su autoestima a base de compararse con tus michelines, o que el padre de tu hijo-insoportable aproveche la mínima que le digas a tu hijo-insoportable para ponerte los ojos en blanco, o que tu pareja tenga dolor de cabeza cuando tú estás de humor. 
Existe esa posibilidad. 
Todas hemos hecho alguna vez una confidencia en un momento de intimidad que se ha convertido en arma arrojadiza en la siguiente discusión. 
De hecho, todas hemos convertido en arma arrojadiza algún momento vulnerable del otro-que-no-eres-tú. La rabia por las injusticias te lleva a veces a hacer cosas feas. 

Los niños son especialistas en esto. Basta que se caiga uno para que todos los demás se rían. El otro día observé a Dolfete hijo3, que se cayó de forma estrepitosa. Tuvo que hacerse daño, no tengo duda. Pero se levantó como un resorte y sólo miraba alrededor para comprobar que nadie lo hubiera visto: Que nadie se estuviera riendo. Si le dolía algo, él ni siquiera era consciente. Lo importante era que no se rieran de él. 
No hay nada más vulnerable que una caída. 
Del tipo que sea.

Una de las diferencias entre la maternidad de antes y la maternidad de ahora, en mi opinión, es que en la de ahora hay un espacio para la vulnerabilidad. Es un espacio que hemos conquistado. Las madres de antes eran de piedra. Siempre erguidas. Siempre en pie. No se rendían nunca. La batería se les recargaba en movimiento. Esto tenía una ventaja clara y evidente: Nos transmitían seguridad. Nunca dudabas de una madre que era Mazinger Zeta. Pero desde mi perspectiva actual de madre pienso que debía de ser agotador o sólo sobrellevable si acompañado por la desconexión de los sentimientos. 

Mundo interno: CERRADO

Cuando UNA emprendió esta hazaña de la maternidad, tenía un compendio de teorías muy tajantes y muy claras sobre cómo hacer las cosas. Muchas de las teorías heredadas, otras aprendidas. Luego vino la vida y, sobre todo, luego vinieron mis hijos y me pusieron en mi sitio: Muchas de esas teorías se disolvieron casi sin dejar huella en algunos casos. Por ejemplo, recuerdo haber creído que una vez que se le impone un castigo a un hijo, hay que mantenerlo contra viento y marea. No puedes cambiar de opinión. Tienes que ser estrictamente estricta en el cumplimiento del castigo. 

Cuando no hay espacio para la vulnerabilidad, lo que lo ocupa todo es la rigidez. 

Ahora, muchos años más tarde y unas cuantas caídas después, UNA ni siquiera profesa fe en el castigo. Pero si a veces, en un momento de rabia, UNA pierde no sólo los nervios sino también las creencias e impone un castigo desmesurado, del tipo te vas a quedar sin ninguno de tus derechos porque no has cumplido uno de tus deberes, UNA recula. Porque en la maternidad de UNA, UNA ha escarbado hueco para la vulnerabilidad. Y eso le da permiso a UNA para acercarse al hijo y decirle me-he-pasado y lo-siento y te-quiero y por supuesto no te vas a quedar sin todos tus derechos. Confío en que hagas tus deberes. 
Porque confío:
Confiar también es un acto de vulnerabilidad.

La vulnerabilidad en la maternidad nos deja llorar delante de nuestros hijos si la emoción lo requiere. 
Nos permite reconocer que no tenemos todas las respuestas, que ni siquiera tenemos todas las preguntas. 
Nos da holgura para admitir que la hemos pifiado, que nos hemos equivocado. Y eso, queridas, es una lección en sí misma, porque cuando ellos se caigan, recordarán el día en que su madre se cayó. 
Y luego se levantó. 
Y en vez de mirar alrededor para comprobar que nadie se riera, su madre miró hacia dentro, hacia su mundo interno, por ver si se hubiera roto algo en la caída y darle un poquito de amor.


Mundo interno: ABIERTO

Cuidado: FRÁGIL
Por favor, no romper nada.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Agradezco tus comentarios