jueves, 6 de febrero de 2020

Te quiero de vez en cuando



La versión inglesa del más frívolo final en español de las historias de amor 
"...y vivieron felices y comieron perdices" 
versa así:
"...and they lived happily ever after"
que traduce así:
"...y vivieron felices para siempre".

FELICES.

PARA SIEMPRE.

Te cagas.






Yo las he conocido. He conocido las parejas-felices-para-siempre.  Parejas que nunca nunca nunca discuten. 
Que tienen un repertorio de anécdotas románticas con el que deleitar(se). 
Parejas con vida interior siamesa. 
Que en la comparación te hacen dudar: UNA que es tan peleona no ha podido evitar envidiarlas. 
He conocido a varias de estas parejas-felices-para-siempre
Y luego las he desconocido: Cuando se han degollado mutuamente las almas en una separación desgarradora.

Lo que nos contaron:
Nos vendieron de niñas, de adolescentes, de mujercitas, la receta vital de encontrar a la-media-naranja, el-alma-gemela. Empezamos mal. Empezamos con presión pues se te supone sólo una: Una única media naranja, una sola alma gemela, y tienes que (re)conocerla. 


¿Y si te equivocas? 

La cagas.


¿Cómo lo sabrás entonces? 
¿Cómo sabrás quién es tu media-naranja-alma-gemela?


Lo sabrás
(léase con solemnidad dramática)



Lo que no nos contaron: 

El componente indispensable para estar bien-en-pareja es estar bien-UNA.
Para estar bien con tu media naranja es esencial ser previamente a solas una naranja entera.
Para querer fuera, hay que querer dentro antes.
Si te sientes mitad, y esperas que tu pareja sea la otra mitad que te falta, que te llene ese vacío, creas expectativas y ya he hablado en otra entrada de que soltar las expectativas es imprescindible para la serenidad: MIND THE GAP. Sin hablar de la presión que pones en el otro.
Si te falta una mitad, lamento comunicarte que no va a venir nadie a arreglarte. Te tienes que arreglar tú solita y, una vez arreglada, podrás estar bien en una relación.
Cuando la pareja atraviesa crisis probablemente sea porque uno de los miembros esté atravesando una crisis personal. Cuando la crisis sea grave, probablemente sea porque la crisis personal de uno de los miembros esté simultaneando con la crisis personal del otro.


¿Tú le dirías a tu hija, a tu pareja, a tu amiga:


No eres suficientemente alta
No eres suficientemente guapa
No eres suficientemente lista
No eres suficientemente delgada
No tienes lo que hay que tener?

Pues vigila tu diálogo interior, porque muchas veces, eso es precisamente lo que estamos diciéndonos constantemente: 
No eres suficiente
No vales
No puedes
No sabes
Nada funciona contigo
No sirves
Lo estás haciendo fatal

La has cagado… otra vez

O la otra versión, la disfrazada de abundancia: 

Eres demasiado

Demasiado pesada 
Demasiado torpe 
Demasiado pequeña 
Demasiado grande
Demasiado vieja
Demasiado impulsiva


El maltrato es interior.

Es políticamente incorrecto decir esto pero lo voy a dejar caer: El tratamiento de la violencia de género no habría de centrarse en tomar medidas respecto a la figura del maltratador, sino y sobre todo, fíjate lo que digo, sobre todo, respecto a la figura de esa mujer maltratada que con toda seguridad lleva su propio maltratador-privado-dentro. Dentro de su cabeza. Ése es el enemigo número uno. Ése es el que no le ha permitido poner límites a tiempo. 
No se me malinterprete aquí. No estoy echándole la culpa a ella. ¡Líbreme el cielo! Estoy tratando de llamar la atención sobre el hecho de que ella no dispone de los medios internos para hacer frente a la amenaza que supone él porque, para empezar, ella no se quiere a sí misma, no sabe quererse. Probablemente no supo nunca: No aprendió. Enséñale a esa niña asustada que lleva dentro que a la única persona a la que tiene que perdonar siempre, sin condiciones, es a ella misma. Que no hay nada malo en ella. 
Adivina qué: Él probablemente también tenga su propio maltratador- privado-dentro.

Para UNA la definición de éxito, gente-feliz-para-siempre a pesar de las vicisitudes de la vida, radica precisamente en esto. Gente con éxito es gente que se trata bien a sí misma, que se quiere sin peros, o mejor dicho, que se quiere con todos los peros
Las que no, las que sólo se quieren a sí mismas de vez en cuando, son las que andamos de crisis en crisis, con ansiedad, con altibajos demasiado altos o demasiado bajos, con un discurso interior esencialmente negativo, con el instinto y la autoconfianza bloqueados por esa voz que nos maltrata dentro. Siempre buscando fuera pues somos incapaces de confiar en esa parte de nosotras mismas que sabe lo que de verdad necesitamos.

Cuando alguno de mis hijos comete un error y exclama: 
¡Es que soy tonto!
UNA siempre le dice: 
¡No hables así de la única persona con la que vas a estar toda la vida!
En realidad, lo que me gustaría decirle es: 

Quiérete mucho, hijo mío. No de vez en cuando. No a veces. Tú no te puedes permitir eso. Quiérete siempre. Que nadie nunca te va a querer como deberías quererte tú. Ni siquiera UNA, a pesar de que daría la vida por ti sin asomo de duda. Fíjate lo importante que es lo que te digo.


Claro que luego lo que UNA modela en casa es otra historia. Y es que esto que cuento aquí es más fácil expresado que practicado, como casi todo en la vida (menos la poesía y sus derivados). 

Muchas de las que hemos sido educadas en la cultura del esfuerzo exigente, tenemos imbuidas las creencias de que perdonarnos es "irnos de rositas" y en contra del crecimiento; que mimarnos es síntoma de egoísmo y autocomplacencia, valores totalmente contrarios al modelo de mujer heredado (que por supuesto no es el porque-yo-lo-valgo); que amar supone poner a todos por delante.


Y a todo esto, ¿qué hay del amor mundano?

Hace unos días Peter me mandó un whatsapp:


                            
 Te quiero de vez en cuando 
                            

En la particular danza de nuestra relación, es éste uno de los gestos cariñosos de Peter que más ha tocado el alma de UNA: Se ajusta como un guante a la definición del amor-en-pareja que profeso. 

Tengo una amiga que acaba de atravesar una operación muy penosa y aparatosa de mandíbula. Cuando salió de la UCI, tras despertarse de la anestesia, recién operada e imagino agotada, dolorida y quizás también un poco asustada, su marido nos anunció por el grupo de amigos que ya estaba fuera.
- ¿Cómo está?, preguntamos.
Muy guapa. Está muy guapa, contestó.

UNA se emociona.

Estas dos muestras de amor mundano son para UNA más cercanas a la realidad del matrimonio que cualquier película de Meg Ryan, de las que en su día nos tragamos unas cuantas, o que las mismísimas rimas de Bécquer que devoré con carne de gallina en mi juventud temprana.

A estas alturas de mi vida mundana, lo que UNA espera y a lo que UNA aspira es precisamente a ser la media naranja de UNA, lo suficientemente auténtica y sincera con UNA misma como para merecer el puesto de alma gemela de UNA (¡porque UNA lo vale!). La flecha de Cupido con cambio de sentido.

No quererme de vez en cuando:
Quererme siempre.
Cuando la cago también. 
Cuando la cago especialmente.

Vigilar el lenguaje con el que UNA le habla a UNA, el tono de la voz interior y firmar las paces con UNA: 
En la salud y en la enfermedad 
En la riqueza y en la pobreza
En los éxitos y en las cagadas
Todos los días de la Vida Mundana de UNA...