lunes, 28 de junio de 2021

Autofidelidad

La idea de la autofidelidad me vino sugerida por un podcast de Glennon Doyle (a quien a estas alturas de mi blog ya conocéis por el número de veces que me inspira), un episodio sobre la infidelidad en la pareja. Os dejo el enlace abajo (está en inglés).

Me pregunté, en la línea de las preguntas de UNA que pueblan Una_Vida_Mundana: 

¿UNA es fiel a UNA?

Autofidelidad sería no fallarle a UNA, ser fiel a UNA, algo que UNA -confiesa- no siempre ha practicado de forma regular.

Fidelidad es seguir los impulsos, al estilo más básico. ¿Cuántas de vosotras, si os entran ganas de hacer 💩 en el trabajo, os las aguantáis hasta que llegáis a casa? El eructo, el pedo, el bostezo, estirarse... se quedan dentro. El enfado, la ira, la tristeza, la melancolía, la espontaneidad... también se quedan dentro. Cuando UNA era pequeña en el cole la sacaban de clase a tutoría después de comer, y recuerdo la preocupación de que me sonaran las tripas en mitad de la formalidad de la tutoría. Pedía disculpas por estar haciendo la digestión. Os dejo el enlace a Irene Lyon abajo (también en inglés), quien habla de la importancia de seguir los impulsos para que el sistema nervioso autónomo se regule y confíe.

La autofidelidad es autocompasiva, lo que no la exime de ser exigente. Es decir, requiere esfuerzo y fuerza de voluntad, al igual que requiere esfuerzo y fuerza de voluntad ser fiel a tu amado, a tu amada. No te irías con el primero que se cruzara en tu camino que te hiciera una carantoña, ¿verdad? Pondrías por delante la lealtad a los principios y valores que juraste cuando te comprometiste. Pues del mismo modo no te comas un dulce cubierto de rosa y relleno de blanco si sabes que vas a arruinar tus esfuerzos de perder 3kg antes del verano, no porque sea importante perder 3kg antes del verano, sino porque TÚ tomaste la decisión de hacerlo, y eso la hace importante. Os dejo el enlace a Kristin Neff (también en inglés) quien habla de que cómo la autocompasión ha de ser feroz.

Autofidelidad es, pues, lo contrario del autosabotaje y del autoboicoteo. Si tienes un objetivo a largo plazo y te eres fiel, no te rindes ante el primer obstáculo, no caes vencida la primera vez que las cosas salen mal. Te levantas, recoges el aprendizaje, lo metes en tu mochila y sigues andando. Autofidelidad también significa no dejar que tu parte perfeccionista te agote con su lista imposible de cosas por hacer a corto plazo y te haga procrastinar aplazando indefinidamente ese primer objetivo que te fijaste.

Autofidelidad implica confiar más en ti, en tu instinto, en la voz interior que te habla a veces sin palabras, a veces en imágenes; confiar en esa voz interior más que en todas esas voces foráneas que aconsejan, vengan de libros de autoayuda, de familiares o de amigos bienintencionados. Se trata de darle prioridad a lo que TÚ sabes que quieres, a lo que TÚ sabes que te sienta bien. Supone igualmente vigilar de cerca esa charla interior y no permitirle que te hable mal. Igual que UNA pone límites fuera y le dice a sus hijos adolescentes:

"A mí no me hables así; no voy a tolerarlo"
también hay que ponerle límites a la voz interior. Cuando osada me llame mala-madre, o cruel me diga que no doy la talla, o insensible me grite que no soy suficientemente buena, decirle 
"A mí no me hablas así: no voy a tolerarlo".

Practicar la autofidelidad no es tan fácil como pudiera parecer en esta entrada. Hay mucha vida robada y hay que ser muy determinada para no ponerse nada que apriete. Sobre todo hay que presentarse todos los días. Hay que aparecer delante de UNA y decirse: 

Aquí estoy. 
Déjate caer que tengo tu espalda.


Autofidelidad también es, cuando las cosas vayan bien, dejarte disfrutarlo, dejártelo sentir. Tomarme el tiempo para saborear, realmente saborear, que Dolfete hijo3 haya dicho: "mamá, he dejado la mascarilla sobre el pomo y ya no está", y a sus 10 años haya usado la palabra pomo en vez de picaporte; que Paul hijo1 esté defendiendo en una multillamada con sus amigos la película CARS, que fue estandarte recurrente de su infancia hasta tal punto que Peter y UNA nos sabíamos los diálogos de memoria; que Gusi hijo2 me diga antes de acostarse: "mamá, estoy feliz"; que Peter me lleve el café a la cama antes de irse a correr; que se oigan los pájaros al despuntar el alba. Dejártelo sentir.

Autofidelidad es no permitir que la desidia te robe los sueños. Es decir que no cuando tienes que decir no pero también, y esto es más difícil, es decir que  cuando tienes que decir : si te apetece hacer el amor, pero te da pereza, date un achuchón; si tienes mono de campo o de playa pero te supera el lío de hacer las maletas, simplifica y vete con lo puesto; si nadie te regala flores, mándate un ramo de girasoles y págalo de la cuenta común, porque tú lo vales.


Photo by Annie Spratt on Unsplash

Autofidelidad es no permitir que un desplante ajeno, que tiene con toda seguridad más que ver con el-otro-que-no-eres-tú que contigo, te arruine el día (o la vida).

Autofidelidad es que tu marido, o tu suegra, o tu padre, o tu hijo, o tu amiga, te digan que no les gusta nada lo que escribes, lo que cocinas, lo que piensas, lo que pintas, lo que creas... y tú sigas escribiendo y cocinando y pensando y pintando y creando a pesar de. E incluso porque.

Autofidelidad es "No te hagas eso": No te abandones, no te tires al barro, no te exijas tanto, no te culpes por todo, no te preocupes por todo, no te responsabilices de todo, no te machaques echándote el mundo sobre tus hombros.

Y tú, ¿te eres fiel?


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jueves, 3 de junio de 2021

Todas las teselas

Este curso escolar pasará a la memoria de UNA como el-año-del-babi, porque muchos de nosotros, docentes, que en septiembre no alcanzábamos a vislumbrar con nitidez a qué reto nos enfrentábamos, nos colocamos un babi, una bata, para protegernos no-sé-muy-bien-de-qué. Probablemente del miedo.

En septiembre UNA escribió un par de entradas en este blog en las que se reflejaba el desasosiego que la vuelta al cole presencial nos causaba a todos, madres y profes, padres y seños. Pocos dábamos un duro por el curso escolar completo. Si llegábamos a completar el primer trimestre intactos, podríamos darnos con un canto en los dientes. Los confinamientos por contacto estrecho que en las primeras semanas afectaron repetidamente a algunos de nosotros no hacían sino reafirmar la sospecha de que el curso acabaría casi antes de empezar.

Y, sin embargo, aquí estamos. Junio y otro reto superado.

Si este curso hubiera sido un mosaico, nos habrían faltado muchas teselas.

Nos faltó, para empezar, la tesela del punto de partida, porque el confinamiento del curso pasado y las instrucciones oficiales de "pasar-la-mano" en junio del 20, han supuesto en la práctica que nos hayamos encontrado delante de un alumnado no suficientemente preparado para estrenar nivel. 

Nos faltó la tesela del calor en el aula, con sus ventanas y puertas abiertas haciendo corriente en invierno en plena ola de frío, del mismo modo que nos está faltando en este verano prematuro la tesela del acondicionamiento, con las ventanas abiertas en una ciudad que hierve en junio a las cuatro de la tarde.

Nos faltó la tesela de la calidez humana del contacto: poder tocarnos, poder juntarnos, poder mover al alumnado en el aula al antojo de las dinámicas de grupo. Nos vimos limitados por respeto a las distancias; por mamparas y mascarillas; por el miedo.

Nos faltó a menudo la tesela del aliento, elevando la voz detrás de tantas capas. El esfuerzo de proyectar la voz multiplicado a diario. Clases de sordos sobrevenidos.


Como faltaban todas estas teselas, ¿qué hicimos? 

Hicimos lo de siempre. 

Hicimos lo que hicimos el curso pasado en marzo. 

Levantar la mano y arrimar teselas propias.


¿Qué hay que remangarse? Pues nos remangamos, como dijo el tutor de Dolfete hijo3 en septiembre: Estamos remangados. Nos hemos pasado el curso remangados, bregando con los efectos secundarios de la pandemia en la educación.


¿Qué hay que llevar mascarilla y del despacho de arriba nos mandan las quirúrgicas baratas? Pues pagamos de nuestro bolsillo las que los expertos nos recomiendan usemos.


Hemos puesto teselas de muuuuchas horas extras que ni se ven ni se pagan.


Los coordinadores COVID de los centros se han vuelto locos haciendo seguimiento del alumnado confinado y/o positivo. 


Los docentes hemos asegurado las teselas digitales, formándonos en herramientas que antes apenas intuíamos por no dejar aislado a ese alumnado positivo y/o confinado.


Hemos abanderado la tesela del coraje. ¿Miedo? Como todos. Pero hemos sentido el miedo y nos hemos presentado en clase a diario igualmente.


Hemos contado con la tesela de unos equipos de limpieza que han visto multiplicado su trabajo y su exposición al virus y a productos químicos, entrando entre clase y clase a desinfectar las aulas para hacer nuestro trabajo más seguro. 


En ese invierno frío, en el que dábamos las clases con gorros, con guantes, con termos de té caliente... el alumnado seguía asistiendo con sus teselas: a hacer mosaico.


En los coles, los chiquillos han coloreado teselas a mansalva con su espíritu de celebración, su capacidad de adaptación, su flexibilidad. El día que Dolfete hijo3 llevó su manta a clase para taparse en mates fue un día de fiesta. ¿Que nos confinan... otra vez? ¡Más fiesta!


Pero ¡ESCUCHA!: Me niego a que ahora venga el-político-de-turno (del elenco de políticos-de-turno que han emborronado el panorama de la pandemia) y se apropie de todas las teselas. Así que, antes de que venga otro a ponerse medallas en pantallas y a hacerse con el mérito del mosaico, UNA desde Una_Vida_Mundana reclama que... 


...este mosaico lo hemos hecho desde abajo. 

Tesela a tesela. 

Día lectivo tras día lectivo. 

De pupitre a pupitre. 

Con las sonrisas ocultas detrás de las mascarillas y los bolígrafos empapados de gel hidroalcohólico. 


Estas teselas tienen denominación de origen: 

EL-AULA


La manta festiva de Dolfete no sale en los periódicos. En los periódicos salen las nevadas de Madrid y las sandeces del político-de-turno. 

Pero éstas son las teselas que crean legado y recuerdos, aplacan miedo y dudas, ejemplifican y modelan. Éstas son las teselas que educan.



Glennon Doyle dice:

Life is hard: Let's do it together. 


Eso es exactamente lo que hemos hecho: hemos hecho algo difícil. Y lo hemos hecho juntos. Y lo hemos hecho bien. 

Este curso escolar pasará a la memoria de UNA como el año en el que no llegué a verle la cara entera a mis alumnos y, sin embargo, 

hicimos algo difícil. 

Y lo hicimos juntos. 

Y lo hicimos bien.


Photo by steve pancrate on Unsplash

UNA es consciente de que el reto del personal sanitario no es comparable al del personal docente, pero UNA habla de lo que conoce, sin tratar de desvirtuar a los héroes de el-otro-lado.


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