viernes, 27 de marzo de 2020

El Otro Lado


Estamos viendo Stranger Things, no me preguntes por qué. Al que no la haya visto, UNA personalmente no se la va a recomendar: Te puedo contar que trata de un pueblo... Bueno, ¿sabes qué?, te copio el argumento de Wikipedia porque UNA va por la segunda temporada y aún no lo tiene muy claro. UNA pasa más tiempo asustada con el cojín delante de la cara que realmente siguiendo la trama:


La historia arranca durante la década de los 80, en el pueblo ficticio de Hawkins, Indiana, cuando un niño llamado Will Byers desaparece, hecho que destapa los extraños sucesos que tienen lugar en la zona, producto de una serie de experimentos que realiza el gobierno en un laboratorio científico cercano. Además, en la ciudad aparecen fuerzas sobrenaturales inquietantes y una niña muy extraña. Ella, junto con los amigos de Will, se encargará de buscarlo, sin imaginar lo que tendrán que enfrentar para encontrarlo. Inadvertidamente, crearon un portal a una dimensión alternativa llamada "Upside Down" ("El Otro Lado"). La influencia de Upside Down comienza a afectar a los desconocidos residentes de Hawkins de manera calamitosa.
 [De nada, Netflix, por la publicidad gratuita.]

El caso es que, cada noche, cuando nos sentamos a verla, UNA piensa en esto que os he subrayado en negrita, en "el-Otro-Lado". Es decir, a nosotros "los-confinados", UNA incluida, nos ha tocado la parte fácil. ¿De qué viene UNA escribiendo estos días? Del mensaje sobre la gratitud que me manda el virus, de la ansiedad que produce la incertidumbre, de los rituales en nuestro nuevo "lo-normal", del tiempo que nos hace ganar el-parón... Es decir, de esta dimensión, de la-dimensión-confinada. No se le escapa a UNA que en esta dimensión UNA es privilegiada: Encerrada en un piso con Peter y mis reyes, todo lo que puede contagiarme es el caos mundano y mucho mucho ruido. Pero aquí metida sin salir, la vida de UNA se reduce a esta dimensión y, entre las medidas de salud mental que UNA ha tomado, figura la de reducir mi exposición a la información que viene de fuera a una vez al día. Así que sólo veo las noticias del mediodía.

El mundo de UNA se reduce a la-dimensión-confinada, al curso acelerado de nuevas tecnologías para que mi siguiente clase online sea menos caótica que la anterior; a buscarme la manera de hacer algo de ejercicio para no anquilosarme (que estamos en una edad-mú-mala); a combinar el armario-despensa y lo que queda en el frigo de manera saludable para no salir del confinamiento rodando (que estamos en una edad-mú-mala); a reducir el mucho mucho ruido en casa a lo mínimo indispensable para que no se me caiga la cara de vergüenza cuando vea a los vecinos en los balcones a las ocho... Y poco más. 
Créeme, poco más.

Es al descender la noche, aplastando en su descenso mis niveles de ánimo y energía, cuando UNA repara en la dimensión alternativa que muchos de nosotros, los que nos quejamos de nuestras pequeñas miserias en el confinamiento, tenemos la suerte de estar perdiéndonos. Me refiero a la otra dimensión de esta TRAgedia-TRAnsición: El-Otro-Lado, el lado que nos llega a través de las noticias, cuando decidimos ponerlas. El lado que sabemos que está ahí, que es el que nos mantiene confinados, y en el que preferimos no pensar por no vivir intoxicados además de confinados. 
El lado oscuro.

En ese lado oscuro están los números que pintan los titulares: Casos confirmados en España 56.188, hospitalizados 3.912, fallecidos 4.089. Los números. Pero cada uno de esos números de la otra-dimensión-no-confinada son historias: el número 2.746 quizás muriera sin pedirle perdón a su hermana por el último desaire; el número 1.093 quizás se acabara de jubilar y habría llenado un cajón de cuadernos y lápices porque ¡por fin! iba a tener tiempo de escribir ese libro de ensayos que llevaba tiempo existiendo a modo de zumbido en su cabeza; el número 384 quizás llevara tiempo deprimida, sintiéndose culpable porque ni ganas de ver a los nietos tenía, y había pedido cita para el lunes buscar la ayuda de su médico de cabecera; el número 2.148 quizás tuviera planeado un crucero por las islas griegas a finales de agosto y albergaba la esperanza de conocer allí a una mujer apañá porque estaba muy solo desde que se quedara viudo; el número 937 falleció sin saber que su hija estaba embarazada y ahora reza por que lo que venga sea niña para ponerle el nombre de su madre.
Cada número es una historia, un puñado de sueños que quedó suspendido en el aire como motas de polvo que acabaron en pelusas debajo de una cama de hospital que hay que vaciar pronto... y es que viene otro puñado de sueños detrás; una familia desolada por no poder despedirse de los suyos en el nuevo modus operandi funerario de este surrealismo; una ristra de recuerdos que se desvanecen en medio de lo absurdo. Ya hablé de otra serie, The Leftovers, en mi post de Los restos: Pudiera parecer que el que se vayan todos a la vez en el pico de una curva los deshumaniza, pero que no se nos olvide, ¡no se nos puede olvidar!, que cada número de la otra dimensión que viene a engrosar el balance escalofriante era, es, una historia de recuerdos y proyectos fraguada en la vida antes de el-parón.

En El-Otro-Lado están también los héroes y heroínas anónimos a los que aplaudimos cada noche a las ocho en nuestros balcones sin tener ni idea, NI IDEA, de lo que están pasando: UNA no se atreve siquiera a aventurarse a escribir sobre el miedo que ha de correrles por las venas cada vez que se embuchan en medidas de protección escasas o inadecuadas contra un virus que todo lo copa; ni sobre la tristeza desgarradora que ha de atravesar su pecho cuando aterricen un rato en sus camas y les asalten a modo de fantasmas las situaciones rocambolescas que les haya prestado el día; ni de los riesgos invisibles que corren; ni del cansancio extenuante que no pueden permitirse escuchar. UNA duda que la carrera universitaria que en su día estudiaran o los años de experiencia que figuren en su expediente les hayan preparado para la plaga de experiencias traumáticas que supone ahora su nuevo "lo-normal".

Desde aquí, desde la facilidad de mi confinamiento mundano, rindo homenaje a los números, y a los héroes y heroínas de El-Otro-Lado. Que no se nos olvidan. UNA abrazaría uno a uno si pudiera. Como no puedo, UNA se emociona cada tarde en esa ventana. 



Heroína anónima
48 años
Enfermera 
Casada
 Tiene un hijo 
Un recuerdo: 
Un paseo por el centro... Nos tomamos unas torrijas deliciosas anticipando la Semana Santa

Un deseo:
Volver a abrazar a mis chicos y besarlos que no lo hago desde hace días. Vivo en una especie de semiaislamiento: Llevo mascarilla en casa y duermo arriba en otra habitación.

La semana que viene le hacen la prueba porque en la guardia ha tenido contacto estrecho con un paciente (otro número) que era positivo sin protección adecuada.

2 comentarios:

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