lunes, 29 de marzo de 2021

La montaña infinita

UNA acaba de subir a Strava las fotos primaverales de la ruta de hoy: 
"A Cerro Muriano con los niños"



¡Qué bonito, ¿verdad?!
Precioso

Desde que acabaron los confinamientos, UNA trata de salir todos los domingos por la mañana al campo. Como normalmente voy con amigos y echo unas cuantas horas, UNA no puede evitar sentirse un poco culpable por robarle esas horas de dedicación todos los fines de semana a Peter y a los niños, así que aprovechando estos días de vacaciones, UNA tuvo la brillante idea de proponer que fuéramos al campo en familia. 

Al-campo
En-familia
Idílico

Si eres madre y ves mis fotos en Strava, quizás no puedas evitar un poco de erosión envidiosa cuando nos veas en-el-campo en-familia mientras tú te desgañitas pidiéndole a tus hijos que suelten la play y ellos insisten en que esperes a que los maten.

El caso es que, una vez enviada la foto primaveral familiar al Strava, UNA ha decidido confesarse para evitarte esa erosión innecesaria. Este post es la confesión.
 
En cuanto hice la propuesta de ir al-campo en-familia, Paul hijo1 -15 años- inventó un super-mega-plan que le ocuparía todo el día y debido al cual le iba a resultar imposible ¡imposible! venir con nosotros. Así que finalmente fue la familia menguada la que se dispuso a hacer la ruta esta mañana después de conseguir a duras penas despertar a Gusi hijo2 y Dolfete hijo3. Gusi -13 años- por supuesto no tenía qué ponerse para ir al-campo. Ninguno de sus pares de zapatos deportivos le parecían apropiados y esto consecuentemente demoró la salida, pero finalmente accedió a vestir un par de mala gana y salimos ya de casa con el gesto torcido.

A medida que fuimos avanzando por la ruta, mi adolescente en ciernes se fue poniendo progresivamente de peor humor, retroalimentándose a sí mismo. 
- Pero ¿qué sentido tiene andar por andar? 
Porque en el fútbol, por lo menos te diviertes... 
Pero ¿andar por andar?
¿Ir al campo por ir al campo? 
Cada vez se quejaba más y más alto y con más ornamentación en forma de palabros. A mitad de ruta propuso decididamente que nos diéramos la vuelta. 
Peter, que tolera a diario en su trabajo a adolescentes, reserva pocas dosis de paciencia para los de casa, así que comenzó a enzarzarse dialécticamente con él, empeorando considerablemente la situación. La energía salpicada por los dardos que se prodigaban hijo-adolescente-que-se-queja y padre-que-no-soporta-que-el-hijo-se-queje terminó por contagiar a Dolfete hijo3 que hasta hacía un rato había caminado semi-feliz. Ahora, cansado e irritado, preguntaba cada medio minuto:
- ¿Cuántos kilómetros llevamos? 
¿Cuántos kilómetros quedan? 
¿Cuántas horas llevamos? 
¿Cuántas horas quedan? 
¡Esta montaña es infinita!

UNA, acostumbrada a sus domingos en el campo, hacía de testigo de esta reyerta familiar como si no fuera con UNA; de hecho, como si ésta no fuera la familia de UNA. Les miraba y pensaba, 
- Mira éstos la que están liando en el campo...
Pobre madre...

El tiempo pasaba espacio, los kilómetros parecían millas. UNA ya no sabía qué inventar para distraer a Dolfete, empeñándome en desviar su atención precisamente de la caminata por el-campo
- Dime la lista de tu clase completa, ¿te la sabes?

Cuéntame la película que viste ayer... 
Llegamos arriba una hora más tarde de lo previsto. UNA cruzaba los dedos para que hubiera sitio en la terraza en la que íbamos a comer, pues a esa hora, sinceramente, ya me caían todos mal y no sabía cuántas crisis más iba a poder testificar sin intervenir. Comenzaba a preguntarme por qué demonios se siente UNA culpable los domingos cuando me voy tan ricamente al campo sin ellos. 

Después de los 16 km de la subida, la bajada por supuesto no estaba sobre el tapete, así que el plan era coger el autobús de vuelta. Los nenes ya se frotaban las manos pensando en la play de vuelta en casa. Cuando llegamos a la parada y UNA escaneó el código QR para ver cuánto quedaba para el siguiente bus, apareció esto:



Se me desató la risa, no sé si de puro agotamiento o pura cobardía. Muuuuchos minutos más tarde, tras llegar a casa destrozada, subí las fotos a Strava: puro postureo, como puedes ver.


Si la memoria  de cualquiera depura los recuerdos, la de Peter los mete en lejía. Ya lo estoy escuchando dentro de un par de años, cuando ya sea del todo imposible arrastrar a los niños a nuestras excursiones, diciendo: 
- ¿Te acuerdas cuando llevábamos a los niños al campo? 
Luego suspirará:
- ¡Qué bien lo pasábamos!

Y UNA, por no despertarlo de su sopor melancólico y por no usar demasiadas subordinadas que le sacan de quicio, contestará:

-Estupendo. Estupendo. Estupendo.

Pero UNA sabe la verdad. Que UNA estuvo allí. 
Hoy os quedáis sin moraleja. Pero que sepáis que cuando veo vuestras fotos en-familia colgadas en Strava u otras redes sociales, y parecéis todos tan majos, desconfío.

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lunes, 22 de marzo de 2021

A flor de piel

El que me sigue (por cierto, a ver si me seguís en el blog que tengo sólo 7 seguidores, 4 soy yo con diferentes cuentas y 2 son mis hijos, o sea que en realidad tengo 1 seguidor inmutable a pesar del desesperado "¡Sígueme, porfa!")... Mi patetismo me ha hecho perder el hilo. Decía... El que me sigue (literalmente "el que me sigue") sabe a estas alturas lo mucho que me gusta Rosa Montero: no es sólo cómo escribe, que por supuesto, sino también y sobre todo cómo habla. Esta mujer es pura verborrea. Porque escribir bien es relativamente fácil. Tienes el tiempo que te permite la elección de palabras y giros lingüísticos. Pero conseguir hacer esas elecciones y hacerlas de manera impecable en la improvisación que acompaña al habla, eso, señoras y señores, es un milagro a pocos concedido. Y Rosa Montero es una de esas privilegiadas: su discurso es arte. Por eso, siempre que venía a Córdoba, me apañaba para verla en directo, y ahora que la pandemia nos ha robado de estos placeres, trato de seguirla online.
Pues bien, dio una conferencia titulada Creación y Locura, en la que hablaba de sus ataques de ansiedad cuando era más joven y de cómo esos ataques de ansiedad fueron remitiendo a medida que fue embarcándose en la escritura de ficción. Esta reflexión suya, en ese proceso peculiar que llevamos a cabo de hacer propio lo ajeno, me subrayó la conciencia ya sospechada de que ciertamente la ansiedad de UNA se debilita con la creación. En realidad, no es que se debilite, es que se canaliza. Hay una energía -que UNA imagina roja- que puede destilarse hacia una ataque de pánico en mitad de la noche, hacia un ataque de rabia en mitad de un atasco, o bien, a escribir una entrada en el blog. Montar un pollo o escribir un poema, hablábamos en las sesiones de conciencia corporal de Carlos que os recomendaba en mi entrada Bajar al cuerpo
La de la ira o la de la ansiedad es la misma energía que la de la creatividad. Es energía que te mueve en una dirección u otra. UNA lo visualiza como un péndulo que va de un extremo, el creativo, a otro, airado o ansioso, en un continuo con muchos matices.

Te pongo un ejemplo que quizás ilustre lo que quiero decir.
[Aviso: tema tabú para mentes estrechamente sensibles]
Las p***** hormonas.
Durante años UNA odiaba los días antes de la regla porque tenía la sensibilidad a flor de piel y estaba más irritable de lo habitual (el nivel de base ya es bastante alto en UNA con lo cual a duras penas sostiene muchas capas más). Pues bien, UNA empezó a darse cuenta de que también esos días estaba más creativa; me venían, sin buscarlas, ideas que brotaban del más profundo subconsciente. Se me susurraban al oído cosas que hacer con los niños, soluciones frescas para problemas estancados, rimas en prosa, versos en gestos. La visita de la inspiración terminó por conseguir que finalmente esos días de luna pasaran de ser detestados por las dosis de cambios de humor que conllevaban a ser no sólo bienvenidos sino incluso celebrados por la venida de las musas que les acompañaba.
UNA cree firmemente que la energía creativa es femenina, aunque a veces venga en cuerpo de hombre. Reconozco en muchas mujeres que conozco el deseo de crear belleza por el puro placer de hacerlo. Arte por amor al arte. Sin necesidad de vivir de ello, sino viviendo más intensamente por ello. Hacer cosas bonitas. Prestarle el alma a lo que se crea, sea lo que se cree un poema,
una clase de yoga,
un foto bien hecha que desborda evocaciones,
un jabón con aroma,
un mueble restaurado,
un maquillaje de fiesta,
un pastel de cumpleaños,
un ramillete de flores,
un collar ensartado,
un disfraz de muñeca,
una mesa bien puesta,
un tatuaje en el brazo, 
un vídeo aniversario,
un mosaico de conchas del verano pasado,
un puzzle de recuerdos,
una letra de nana cambiada con tu nombre,
una manta tejida,
una piedra pintada,
un beso,
un relato de voz deliciosamente contado...

Lo que se crea puede ser algo tan banal como un mensaje de whatsapp siempre que éste haya sido previamente acariciado en la mente y enviado mientras la comisura de los labios soslaya una sonrisa. Entonces cualquier cosa puede convertirse en arte. Ese arte tiene el poder de evitar que la energía roja de la que te hablo se vaya deslizando en otra dirección, una no tan susceptible de belleza.
Quizás sea éste post un poco críptico, pero la que lo entienda habrá probablemente destilado en algún momento su energía roja en pos de la belleza. Esa creación sin precio ahorra grandes dosis de locura. Así que cuando no sepas qué hacer con tanta furia, ponte a hacer arte.

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Lecturas mundanas


viernes, 12 de marzo de 2021

Jaque mate

La vida de UNA, la vida de cada UNA, es como una partida de ajedrez. 
Tú vas a jugar con las piezas blancas y éste es tu ejército: tu rey, tu dama, tus torres, tus alfiles, tus caballos, tus peones. Yo voy a jugar con las piezas negras, con mi remesa de figuras: mi rey, mi dama, mis torres, mis alfiles, mis caballos, mis peones.

Aprendiste a mover tus piezas observando todos los movimientos de los que jugaron en el tablero contiguo, el tablero de la generación precedente.
A su vez, los-que-vienen van estrenando sus partidas en sus propios tableros fijándose en cómo movemos nosotros las piezas, por eso es fundamental pensar todas las tácticas detenidamente. 

Viene una época difícil. Vemos cómo van cayendo piezas en el tablero anterior. La decadencia de la generación de referencia. No se van todos juntos. Se van yendo a poquitos. Primero un tío tuyo que no conocías tanto. Apenas un peón. Luego cae un caballo. Cae una torre. Ves peligrar al alfil. El tablero del que dependiste va desolándose. Un día cae una pieza poderosa que te hace perder la estabilidad en tu partida. Te comen a la reina. Esta semana ha sido el decimoprimer aniversario de la muerte de mi padre y puedo decir sin vacilar que todavía no ha pasado ni un solo día en que él no haya estado presente en mi partida. Van quedando menos piezas en el tablero de origen. El rey se va quedando solo y empieza a verse acorralado. Llega ese momento amargo en el que desde mi tablero nos damos cuenta de que no va a lograr escapar del ataque y que ninguna otra pieza va a poder protegerlo. 

Jaque mate

Recuerdo a mi padre, cuando cayó la primera figura de su ejército, diciendo con la lucidez que le caracterizaba:
- Ya empiezan a disparar en esta dirección.
También recuerdo cuando vio caer al rey de la partida que le antecedió:
- La siguiente generación en primera línea es la nuestra. 
Conciencia del linaje de tableros.

Hay pandemias que acabaron con tableros enteros. Tú acaricias las piezas que todavía se yerguen en el que aún divisas desde el tuyo.
 
En tu propia partida, a veces te identificas con la torre, sólida e imponente. A veces te alías con los caballos, saltando obstáculos. A veces te sientes reina: eres la dama desplazándote en cualquier dirección y a cualquier distancia. Otra veces te sientes peón, porque no puedes batirte en retirada. Las madres somos bastante peones, pues rendirse no es una opción en la estrategia de la maternidad... forever tries...

El ajedrez es un emocionante combate que será una aventura increíble siempre y cuando la vivas con la aceptación de que la partida está perdida. 
Que vas a perder la partida.
Que tú no tienes ningún control sobre las piezas del tablero. 
Que la partida es corta.
Que tu adversaria es la vida. 
No la muerte, sino la vida. 
Sin ella no hay partida. 
No hay aventura.

La partida será una aventura increíble siempre y cuando, aun con esta conciencia, disfrutes del juego.

UNA sólo ruega que no se altere el orden de partidas. 
Cada tablero a su tiempo.

Ruega también perdón por la metáfora, un tanto constreñida.

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lunes, 1 de marzo de 2021

Efecto rebaño

El día 25 de febrero aparece publicado en El País un artículo con el siguiente titular:

Victoria Abril: "Somos cobayas, metiéndonos vacunas que son unos experimentos sin probar"

En resumen: la actriz califica la situación de "coronacirco" y cuestiona la campaña de vacunación y las medidas restrictivas tomadas para combatir la pandemia.

Ese mismo jueves nos llega una comunicación oficial a través del coordinador COVID de nuestra escuela de que al día siguiente está citado todo el personal de la escuela a las once en un pabellón deportivo para vacunarnos. En 24 horas.

El día 28 de febrero, estando mucho profesorado andaluz aún bajo los efectos secundarios de la astrazeneca, aparece publicada también en El País la columna de Elvira Lindo:

Lo que Victoria Abril dice de nosotras

En resumen: la escritora califica a la actriz de arrogante y agresiva, con ganas de dar la nota, y toma su discurso individualista como punto de partida para hacer una reflexión sobre las teorías conspiratorias y negacionistas, y el clima generalizado de desconfianza

Las dos mujeres, una como actriz, la otra como escritora, son de mi agrado.  Quizás haya leído a Lindo más de lo que he visto a Abril, pero en ambos casos me refiero a su producción artística, no a sus opiniones. Porque UNA no tiene las cosas tan claras. De hecho, a UNA lo que le gustaría sería tener las cosas tan claras. Creo que es más popular decantarse por una u otra opción: anti-vacuna o pro-vacuna. Cuando uso el término "vacuna" aquí -quiero que quede claro- no me estoy refiriendo al calendario de vacunación infantil. Me refiero en exclusiva a la vacuna anti-covid, que ha acampado entre nosotros en unas circunstancias muy especiales y bastante precipitadas: en un clima de miedo e incertidumbre sembrado por un año de pandemia y muchas MUCHAS víctimas. 

Cuando el viernes por la mañana UNA se presentó en el pabellón deportivo a ponerse la vacuna poco antes anunciada, había algo de Lindo en UNA: obviamente no me habría presentado a la cita de no ser así. Pero me pesaba también algo de Abril. Acababa de leer en el documento que nos había proporcionado la Junta de Andalucía la siguiente información:

Es una vacuna en la que se ha seleccionado un virus diferente al coronavirus, inofensivo para los humanos, como es el adenovirus del chimpancé, al que se le ha introducido la información genética precisa para que codifique la proteína S del SARS-CoV-2.  

Photo by Ivan Diaz on Unsplash

 

Miedo. Miedo a lo desconocido. Eso es lo que yo le diría a Lindo: 

¿No ves que Abril lo que tiene es miedo? 

Otra cosa muy diferente es lo que hagas con ese miedo: puedes alzar tu voz pero entonces has de tener mucho cuidado de asegurarte de que tu intención real no sea la de ir a su vez sembrando el miedo por no sentirte isla. En cualquier caso, lo que está en el seno de la desconfianza es el miedo, miedo por desconocimiento, por no saber, por ir hacia adelante empujados en masa sin estar tomando las decisiones de manera conscientemente informada. No cabe duda a estas alturas de que la información está manipulada y pre-seleccionada. El periódico que lees, el canal que ves, la plataforma que miras, la red social en la que interaccionas, suponen ya de por sí un alto índice de pre-selección y manipulación. Supongo que habréis visto El dilema de las redes en Netflix, que no hace sino confirmar esa manipulación como el origen de muchos conflictos sociales actuales.

Cuando la mayoría de mis compañeros el viernes iban contentos hacia la vacuna, cuando la opinión popular era celebrar que "esto es el principio del fin", UNA no podía evitar recelar. UNA no podía evitar dudar. UNA se sentía rebaño porque, aunque UNA se informara y luego se informara más, UNA sería incapaz de entender la información sobre el adenovirus del chimpancé. Esto es mucho más grande que UNA: fuera de mi alcance, fuera de mi elemento. Así que UNA-Elvira decidió vacunarse por eso de la responsabilidad pero UNA-Victoria lo hizo con cierto sentimiento de rebaño

La confianza no deja de ser ciega para los que no entendemos, que somos casi todos. La confianza es "tú pincha que yo, no es que te crea, es que he elegido creer (más) en ti". No sabes ni siquiera a ciencia cierta en quién estás depositando esa confianza, si en políticos o en científicos o en periodistas. Lo que sabes es que no sabes. Así que te pones en la fila del redil y confías. Ni en Abril ni en Lindo. Más bien es el tipo de confianza que cruza los dedos y cierra los ojos.

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