lunes, 1 de marzo de 2021

Efecto rebaño

El día 25 de febrero aparece publicado en El País un artículo con el siguiente titular:

Victoria Abril: "Somos cobayas, metiéndonos vacunas que son unos experimentos sin probar"

En resumen: la actriz califica la situación de "coronacirco" y cuestiona la campaña de vacunación y las medidas restrictivas tomadas para combatir la pandemia.

Ese mismo jueves nos llega una comunicación oficial a través del coordinador COVID de nuestra escuela de que al día siguiente está citado todo el personal de la escuela a las once en un pabellón deportivo para vacunarnos. En 24 horas.

El día 28 de febrero, estando mucho profesorado andaluz aún bajo los efectos secundarios de la astrazeneca, aparece publicada también en El País la columna de Elvira Lindo:

Lo que Victoria Abril dice de nosotras

En resumen: la escritora califica a la actriz de arrogante y agresiva, con ganas de dar la nota, y toma su discurso individualista como punto de partida para hacer una reflexión sobre las teorías conspiratorias y negacionistas, y el clima generalizado de desconfianza

Las dos mujeres, una como actriz, la otra como escritora, son de mi agrado.  Quizás haya leído a Lindo más de lo que he visto a Abril, pero en ambos casos me refiero a su producción artística, no a sus opiniones. Porque UNA no tiene las cosas tan claras. De hecho, a UNA lo que le gustaría sería tener las cosas tan claras. Creo que es más popular decantarse por una u otra opción: anti-vacuna o pro-vacuna. Cuando uso el término "vacuna" aquí -quiero que quede claro- no me estoy refiriendo al calendario de vacunación infantil. Me refiero en exclusiva a la vacuna anti-covid, que ha acampado entre nosotros en unas circunstancias muy especiales y bastante precipitadas: en un clima de miedo e incertidumbre sembrado por un año de pandemia y muchas MUCHAS víctimas. 

Cuando el viernes por la mañana UNA se presentó en el pabellón deportivo a ponerse la vacuna poco antes anunciada, había algo de Lindo en UNA: obviamente no me habría presentado a la cita de no ser así. Pero me pesaba también algo de Abril. Acababa de leer en el documento que nos había proporcionado la Junta de Andalucía la siguiente información:

Es una vacuna en la que se ha seleccionado un virus diferente al coronavirus, inofensivo para los humanos, como es el adenovirus del chimpancé, al que se le ha introducido la información genética precisa para que codifique la proteína S del SARS-CoV-2.  

Photo by Ivan Diaz on Unsplash

 

Miedo. Miedo a lo desconocido. Eso es lo que yo le diría a Lindo: 

¿No ves que Abril lo que tiene es miedo? 

Otra cosa muy diferente es lo que hagas con ese miedo: puedes alzar tu voz pero entonces has de tener mucho cuidado de asegurarte de que tu intención real no sea la de ir a su vez sembrando el miedo por no sentirte isla. En cualquier caso, lo que está en el seno de la desconfianza es el miedo, miedo por desconocimiento, por no saber, por ir hacia adelante empujados en masa sin estar tomando las decisiones de manera conscientemente informada. No cabe duda a estas alturas de que la información está manipulada y pre-seleccionada. El periódico que lees, el canal que ves, la plataforma que miras, la red social en la que interaccionas, suponen ya de por sí un alto índice de pre-selección y manipulación. Supongo que habréis visto El dilema de las redes en Netflix, que no hace sino confirmar esa manipulación como el origen de muchos conflictos sociales actuales.

Cuando la mayoría de mis compañeros el viernes iban contentos hacia la vacuna, cuando la opinión popular era celebrar que "esto es el principio del fin", UNA no podía evitar recelar. UNA no podía evitar dudar. UNA se sentía rebaño porque, aunque UNA se informara y luego se informara más, UNA sería incapaz de entender la información sobre el adenovirus del chimpancé. Esto es mucho más grande que UNA: fuera de mi alcance, fuera de mi elemento. Así que UNA-Elvira decidió vacunarse por eso de la responsabilidad pero UNA-Victoria lo hizo con cierto sentimiento de rebaño

La confianza no deja de ser ciega para los que no entendemos, que somos casi todos. La confianza es "tú pincha que yo, no es que te crea, es que he elegido creer (más) en ti". No sabes ni siquiera a ciencia cierta en quién estás depositando esa confianza, si en políticos o en científicos o en periodistas. Lo que sabes es que no sabes. Así que te pones en la fila del redil y confías. Ni en Abril ni en Lindo. Más bien es el tipo de confianza que cruza los dedos y cierra los ojos.

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