lunes, 28 de octubre de 2019

De mujercitas y hombrecitos

Me vengo resistiendo a escribir este post porque UNA se declara feminista. UNA define feminista como la defensa de la igualdad entre mujeres y hombres. Y este post puede que se desvíe de la corrección política que requiere el feminismo que profeso e incluso levante ampollas en UNA. Y es que, como diría Dolfete hijo3, que lo tiene bien aprendido del cole:


Somos iguales pero por suerte diferentes

Vengo aquí a reconocer la sorpresa que este descubrimiento me produjo.
UNA creció rodeada de mujeres. En casa éramos cuatro mujercitas. Colegios de niñas. Mi primera experiencia como madre fue como tía. Mi hermana tiene tres niñAs. Todo lo había vivido en femenino cuando me quedé embarazada. De repente, me anunciaron que era niñO. Pensé que tenía que haber un error. No había lugar para un hombrecito. Todo en el universo indicaba que yo tendría una mujercita. Luego vino otro hombrecitO. Luego otrO.
Yo no sé ser madre-de-niñO, pensé. Yo sabría ser madre-de-niñA.
Luego te haces. Te haces madre-de-niñO. Aquí está la ampolla. UNA le reprocha a UNA que haga esta distinción:
¿No eres tan feminista? 
¿No abogas por la igualdad entre hombres y mujeres? 
¿No es una incoherencia distinguir entre madre-de-niñO y madre-de-niñA? 

Lo es. 
Lo es. 
Pero luego están las madres-mixtas que estoy casi segura le darán la razón a UNA: 
Que es lo mismo... pero no es igual...

Somos iguales pero por suerte diferentes

En mis años-de-tía recuerdo estar sentada en casa de mi madre con mi sobrina. Mi madre le daba a la niña una caja que tiene en su costurero con botones de todos los tipos y tamaños, y la niña pasaba el rato sacando los botones, jugando con ellos, agrupándolos por colores, pasando lanas por sus ojales, para luego guardarlos. 
Si de pequeños UNA les daba a sus retoños la caja de botones del costurero de mi madre... ¿Has visto la película La guerra de los botones? Pues eso. Antigua y todo, es la peli favorita de mis hijos.

Ahora hay una tendencia de responsabilizar de estas diferencias a la industria del juguete y a las elecciones que los reyes magos hacen en esos pasillos azules o rosas. UNA no va a negar lo obvio. Los catálogos de juguetes y los anuncios vienen coloreados. Pero la conciencia temprana y el deseo fehaciente de querer inculcar sensibilidad en mis hijos, llevó a UNA cuando los niños eran pequeños a no discriminar unos juguetes sobre otros (teniendo que vencer incluso resistencias en Peter). Y sólo puedo contar la experiencia de mi caso: Pues en mi caso, quizás por ser tres, quizás por ser brutos, pero también quizás por ser niñOs y no niñAs, los peluches y las muñecas, en el minuto que sigue al breve momento del abrazo tras el envoltorio, ya estaban atravesando el cielo de la habitación a modo de balón. 
Sólo me queda alabarles la creatividad a mis hijos. El número de objetos que han alcanzado categoría de balón pateado en mi casa es insospechable: 
el peluche,
la muñeca, 
el envoltorio del peluche y la muñeca (hubo un momento que los reyes magos se plantearon traer sólo, única y exclusivamente envoltorios), 
parejas de calcetines, 
cojines, 
almohadas, 
una mochila, 
el perro que tuvimos... 
Y de portería: 
la cesta de la ropa sucia, 
la espalda de su padre, 
el armario de la cocina... 
El tema del fútbol daría en sí mismo para un post entero. Resistirse es derrota asegurada. Te montan un campo en cualquier sitio y se hacen con un equipo en cuestión de segundos.




A mi sobrina de pequeña le encantaban las cajas de madera con encajables, donde tienes que meter la pieza cuadrada por el agujero cuadrado. ¿Sabes dónde voy? Lo has adivinado. Mis hijos usaban los cuadrados de pelotas. O directamente de proyectiles.
Cuando eran pequeños, en ese breve espacio de tiempo SUPER-estresante para una madre que hay entre las duchas y las cenas, ¿sabes qué hacían? UNA lo llama burrear. Ellos lo llaman luchar.  La primera frase completa que Dolfete hijo3 aprendió fue: 
"¡A cenaaar!"
porque es un tragón, pero la segunda fue:
"¡A luchaaar!"

Era su repertorio lingüístico después de la ducha.
Primero a grito pelado:
"¡A luchaaaar!" 
Y luego cuando uno o dos o tres acababan inevitablemente llorando:
"¡A cenaaaar!".

Todavía a día de hoy, en ese agujero negro entre las duchas y las cenas, los oigo burrear en su cuarto, probablemente pegándose a puño cerrado, o usando la cabeza de uno a modo de balón. Fíjate que aquí no digo peleándose. Necesitan el burreo y a veces la lucha es un mero acto físico, no agresivo.
Cuando no han salido a la calle, es mucho peor. Necesitan salir, desfogar. Si no, UNA corre el riesgo de volverse loca. Son MUY físicos, eso es lo que digo. ¿Es un estereotipo de género? Quizás. Pero en mi caso es un estereotipo repetidamente confirmado. Mientras a mi alrededor veo a las madres llevando a sus hijos e hijas a música, inglés y otras delicias, UNA obliga a los suyos a una única actividad extraescolar y ésta tiene que ser deporte. El deporte que quieran: Han hecho tenis, pádel, karate, kung-fu, atletismo, skate, surf, parkour y, por supuesto, ¡fútbol! Me da igual el deporte, pero es obligatorio. A desfogar a la calle, que el número de cosas que se han estrellado haciéndose añicos contra el suelo empujadas por los calcetines del mundial no lo paga ningún seguro de contenido.

Por supuesto: Generalizar es la manera más obvia y más barata de simplificar. Y habrá niñAs igual de brutas que los míos y niñOs al modo de mi sobrina. UNA es consciente. 
Sólo vengo a reivindicar que UNA puede ser feminista y defender a capa y espada la igualdad entre hombres y mujeres sin por ello menospreciar el hecho irrefutable de que somos diferentes. 

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