miércoles, 5 de junio de 2024

Con prisa pero con pausa

 Existe en inglés un término, the Bucket List, que se refiere a la lista de cosas que hacer antes de morir (kick the bucket, en inglés coloquial, es algo así como estirar la pata). También hay una película con ese título, con Morgan Freeman y Jack Nicholson, que fue sutilmente traducido a su versión en español como Ahora o nunca.

Ahora o nunca. Esa es la sensación, el pensamiento, el aviso, la alerta. 


Llegas a la segunda mitad de tu vida. Si eres hombre, el proceso es gradual, a poquitos, como para ir digeriéndolo. Si eres mujer, no obstante, la llegada es de repente. Un torrente hormonal súbito de cambios se apodera de tu cuerpo al que empiezas a no reconocer. Nada más abrir la puerta a esa segunda mitad, te topas con la incertidumbre de la duración de la misma que se ve ahora amenazada por condiciones, desórdenes y síndromes a los que parecíamos inmunes en aquella primera (felizmente inocente) mitad y que, sin embargo, ahora parecen tenernos rodeadas por flancos varios. Allá donde mires, allí están.


El desasosiego hace mella.


Te acuerdas entonces de aquella bucket list, todas aquellas cosas que querías hacer antes de morir, cuando morir era sólo una sombra muy, muy lejana. Te acuerdas del libro que no has leído, del libro que no has escrito, del sitio al que no has viajado, de la transformación que no has atravesado, de la persona a la que no has llamado, del paisaje que no has visto, del perdón que no has nombrado. Te entra la prisa. Es ahora o nunca, porque no se sabe cuánto va a ser nunca. Ahora es ¡ya! Tu sistema nervioso se pone en alerta.


A esa lista de cosas por hacer antes de morir, se suma la lista de cosas por hacer ante el cuerpo que ya no reconoces: quieres hacer ejercicio de fuerza para frenar la pérdida de masa muscular, ejercicios de suelo pélvico para no acordarte de Concha Velasco, yoga facial porque ya no te gusta tu cuello. Más alerta para tu sistema nervioso.


Entre sofoco y sofoco, no sabes a qué lista atender antes, si a la bucket list o a la lista de retrasar el deterioro de ese cuerpo que se deteriora sin pausa. Amalgamas las dos listas en una lista nueva y necesitas imprimirla en papel continuo porque es casi eterna. 


¡Alerta máxima! 


Te entra la prisa de verdad, no te da tiempo, no llegas, es imposible que abarques a cumplir todos esos sueños, a marcar con una mano todos esos puntos de esa lista interminable mientras con la otra sujetas el muro de la incertidumbre que se cierne sobre ti.

 

No es tanto el miedo a la muerte, como el miedo a no haber vivido, a no haber llenado el tiempo que tuviste.


En ese punto, sólo queda aceptar. 

Aceptar que, como en todas esas otras vidas que ya no existen, se te quedarán cosas por hacer, cosas por decir, cosas por ver. 

Aprender a amar al nuevo cuerpo que ahora ocupas. 

Y rendirse ante la incertidumbre. ESTATE BIEN con no saber, me dijo mi abuela. ESTATE-BIEN-con-no-saber es mi nuevo mantra que reemplaza al ahora-o-nunca.


Esto, queridas, viene siendo -para UNA al menos- la menopausia. 


Una amiga nos dijo el otro día en un grupo de whatsapp: “Los malos ratos vienen solos, sé de lo que hablo, los buenos hay que buscarlos”. Pues eso, de la lista interminable, elige sólo aquellos ítems que vayan a convertirse en ratos buenos. Y, en cuanto al resto, no les permitas que te metan prisa.

Pues no es tiempo de prisa. Es, más bien, tiempo de pausa. 

No es ahora o nunca. 

Es ahora.










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