lunes, 23 de diciembre de 2024

Tratarme bonito

Compartí en un grupo de whatsapp una canción del Kanka que es una suerte de parodia de los propósitos de año nuevo:

Tendré que empezar a fumar
Y ganar unos kilitos
Cuidarme menos, salir más
Voy a empezar ahora mismito
Quiero gastarme mucho más
En cosas que no necesito
Y voy a dejar de ir ya
A los martes de fulbito
En este año que vendrá
Tomaré menos potasio
Voy a tratar de no ahorrar
Y a quitarme del gimnasio
Voy a remar sin dirección
Desde enero hasta diciembre
Y a limpiarme el culo con
Mis propósitos del año que viene

Una amiga comentó: - Muy bueno....me identifico totalmente. Nunca he hecho propósitos de año nuevo...no le encontré el sentido jamás.

UNA no contestó pero se quedó pensando. ¿En serio? ¿Se puede vivir sin hacer propósitos de año nuevo? UNA tiene todo un ritual intencional de año nuevo, y aquella era una posibilidad que UNA no había contemplado. Empezar el año sin propósitos: ¡Qué novedad!

Luego UNA se quedó pensando más, pues UNA no sólo hace propósitos-de-año-nuevo, sino también propósitos-de-septiembre. De hecho, UNA va más allá: UNA hace bullet journaling (BuJo). Para los que no lo conozcáis, que seréis todos (la gente normal, jajaja), es un sistema de organización personal desarrollado por Ryder Caroll quien lo describe como un método para "rastrear el pasado, organizar el presente y planificar el futuro". Pues bien, el método incluye, además del ritual de año nuevo, rituales mensuales y semanales, incluso uno cada mañana y cada noche. Se trata de pausas reflexivas que incluyen momentos intencionales. 

¿De dónde le viene a UNA ese afán por organizarse la vida con intenciones? UNA tiene sospechas. Por un lado, en el cole de la primera infancia de UNA, cada lunes teníamos que hacer un dibujo con el lema de la semana, que no era otra cosa que un propósito que, si no cumplías, tendrías que llevar a confesión. Ya os conté en Lo sagrado los estragos de la confesión en mi sensibilidad infantil.

En el origen de tanto propósito-de-mierda -¡digo, de-enmienda!- está un acusado perfeccionismo parejo con una búsqueda vana de control. Se vislumbra también el deseo que expresé en el primer cuaderno de mi primer hijo, en aquellos primeros instantes de la maternidad: 

Quiero ser mejor persona para ser mejor madre para ti

Pero si UNA rasca debajo de esos deseos perfectos, de esos propósitos compulsivos, lo que encuentra es esa creencia de que UNA no es lo suficientemente buena: UNA como punto de partida no vale tal y como es. Por eso perseguimos una versión-mejorada-de-UNA. Hay que pulir a UNA.

¡Qué triste, ¿no?!- me invade el pensamiento. Ponerse tan poco en valor como para sentir una necesidad imperante de llevar al cabo de la vida un puñado ingente de medidas de mejora.

Así que este año UNA ha decidido que el único propósito de año nuevo que voy a contemplar es el de querer mucho a UNA, aceptar a UNA tal y como es UNA, con todas sus sombras, y también con todos sus brillos. Tratarme bonito. 

A los que, como UNA, tenéis también esa impresión de estar un poco rotos, os invito a hacer más de lo mismo: Quereos mucho que, como UNA-incoherente le dice a sus hijos, sois la única persona del mundo que va a estar siempre, en todo momento, con vosotros. Más vale llevarse bien.


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2 comentarios:

  1. Gracias, bella reflexión para estos días que las madres de familia y las demás también, tenemos mucha presión por las convenciones...

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  2. Siempre traes temas complicados y siempre los afrontas con sabiduría... Es bueno intentar mejorar, es la base de la vida, pero la perfección, buff, obsesionarse con que todo sea perfecta acaba por hacernos olvidar que la vida es única y no podemos desperdiciarla buscando algo que no existe

    Un abrazo

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