miércoles, 10 de abril de 2024

Dramones


Después de mi entrada anterior, un poema nostálgico dedicado a mis hijos adolescentes en añoranza de su infancia, tuvo Peter que viajar a Madrid una semana y a la vuelta me trajo un casi-regalo. Un casi-regalo es algo común en las relaciones de pareja con familia numerosa: casi-te-lo-compro pero era demasiado caro. Lo que importa es el detalle. La economía familiar agradece dejarlo en-estado-de-casi, pero en la relación el regalo se considera en-estado-de-hecho.

- Es el regalo perfecto para ti, me dijo. Es TU camiseta. 

La camiseta, por lo visto, era una camiseta del grupo Ramones (hey, ho, let's go) a la que habían añadido una D delante: DRamones. Peter se desternillaba mientras me lo contaba y UNA hacía como que no sabía de qué hablaba, a pesar de que ya en Inglaterra me bautizaran con el apelativo de drama queen, y mi padre de muy niña vaticinaba que UNA sería actriz dramática.

- Venga ya, seguía riéndose Peter. - Ahí están todas las otras madres celebrando que sus hijos crezcan y se hagan mayores para poder respirar por fin, y tú andas escribiendo poemas y llorando por las esquinas.

Me casé con mi antónimo. No podemos ser más opuestos. El ying y el yang. Y menos mal...

A algunos la alegría les viene dada de serie, Peter entre ellos. Conozco más gente así. Son gente que, para empezar, está en el presente: tiene la mente donde tiene el cuerpo, no el cuerpo aquí y ahora, y la mente recitando nostalgia o en modo-planes. No es lo mismo, son dos paseos por la vida completamente diferentes: ya lo relaté en 57 minutos 55 segundos. Lo que tantos otros buscamos a través de la meditación y rara vez tenemos la suerte de encontrar, a esta gente le viene dado de fábrica.

Del mismo modo que mi mente detecta en el horizonte con increíble destreza razones para el drama, esta especie envidiable localiza razones para la alegría en lo más mundano. Tengo una amiga que, cada vez que dice una palabrota, se parte de la risa. Hablando precisamente del tema de mi poema, de la nostalgia de los hijos que crecen, esta misma amiga decía: pues yo tengo muchas ganas de lo-que-está-por-venir. ¿Ves la diferencia? Son dos paseos. Mis antónimos son disfrutones de nacimiento, fácilmente satisfechos, no necesitan demasiado para estar contentos. 

¿Sabes eso de que la vida te da limones? Pues bien, a esta gente la limonada le sale de manera natural. Luego estamos los que de manera natural lo que nos sale es rallar la cáscara del limón y ponérnosla debajo de la lengua, o tomarnos dosis ingentes de la capa blanca amarga que se esconde entre la piel y los gajos, o masticar las pepitas hasta que se nos hacen bola. Se me va la metáfora de las manos y acabamos todos salivando, pero ¿tú me entiendes? Las que hacemos dramones no los hacemos por gusto sino por disgusto.

Las-dramones tenemos que currarnos la alegría. No nos viene dada. Tenemos que andar proactivos en su búsqueda y corremos el peligro, en un momento de desidia en esa búsqueda, de escurrirnos hacia el drama. Las emociones incómodas son nuestra vida diaria si no hacemos el esfuerzo consciente de salir a buscar la alegría. De hecho, para UNA, el autocuidado por el que abogo desde el alba de este blog no es otra cosa que hacer espacio en mi vertiginosa rutina a hábitos que me permitan inclinar el péndulo desde el drama hasta la alegría, pues si no lo hago se me tiñe todo de drama.

Me regaló una amiga un post de instagram que os enlazo abajo con un poema divino que os copio y pego aquí (invito a los que no leéis inglés a dejar que una IA os lo traduzca, aunque se pueda perder el alma del poema en el proceso):

JOY
Joy does not arrive with a fanfare,
on a red carpet strewn with the flowers of a perfect life.
Joy sneaks in, as you pour a cup of coffee,
watching the sun hit your favourite tree, just right.
And you usher joy away,
because you are not ready for it.
Your house is not as it must be,
for such a distinguished guest.
But joy cares nothing for your messy home,
or your bank-balance,
or your waistline, you see.
Joy is supposed to slither through the cracks of your imperfect life,
that’s how joy works.
You cannot invite her, you can only be ready when she appears.
And hug her with meaning,
because in this very moment,
joy chose you.

Pues eso, que las-dramones tenemos que detenernos a diario, hacer el esfuerzo, hacer hueco en nuestra vida para estar preparadas para la alegría cuando llegue: las flores amarillas, rojas y malvas; el amanecer naranja y violeta; las amigas que regalan poemas; los casi-regalos.



El poema es de Donna Ashworth @donnaashworthwords.
En este post de instagram  está maravillosamente leído por @harrybakerpoet






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