Mostrando entradas con la etiqueta yoga. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta yoga. Mostrar todas las entradas

domingo, 28 de junio de 2020

Ansiedad: Manual de Usuario Tomo 2


Te recomendarán y te aconsejarán pero las recomendaciones y consejos ajenos funcionan con la ansiedad ajena. Recuerda: No hay dos ansiedades iguales. La clave está en confiar en UNA misma. 
#Confía

Desconfía de las afirmaciones generales. El motivo por el que los libros de autoayuda en general no funcionan (te lo dice UNA que ha leído unos cuantos) es precisamente por eso: Porque son de "AUTOayuda". Ayudan al autor del libro, pero vete tú a saber lo que ayuda al lector del libro. La única página válida en un libro de autoayuda es: 
Confía en ti misma
Por eso, UNA ha titulado este post y los dos anteriores "manual de usuario" porque, a base de usar la ansiedad, UNA aprendió lo que le funciona a UNA para mantener los niveles de ansiedad a raya. Pero, para ello, UNA tuvo primero que "usarla", es decir, como hablábamos en el Tomo 1, no rechazar la ansiedad, no descartarla, no temerla; y segundo y tan importante, 

UNA tuvo que aprender a confiar en UNA.
#Confía

Te voy a poner un par de ejemplos. 
Si buscas en Google, encontrarás que la meditación es un antídoto para la ansiedad. Pues bien, UNA medita y a UNA meditar no le sirve para bajar los niveles de ansiedad. A UNA le sirve para otras cosas, por eso UNA lo sigue haciendo, como ya conté en La bomba de UNA (o mi templo de dos horas) y en Pensar, pensar, pensar, pensar y ver la solución, pero no para disminuir la ansiedad. 
De hecho, UNA ha sentido ansiedad meditando. Ahí lo llevo.

No obstante, UNA descubrió hace tiempo otra herramienta parecida que a UNA sí le sirve: Escribir. Pero no escribir como estoy haciendo aquí ahora, sino escribir recién levantada y a mano, lo que la voz dicta. ¿Qué voz? Esa voz que escuchas ahora mismo en tu interior. Si estás pensando: "Yo no escucho nada: Esta tía está majara", ésa es la voz a la que me refiero. Te aseguro que está ahí. Esa voz no calla nunca. A veces lo que le produce ansiedad a UNA precisamente es que esa voz no calle el pico. Pues bien, UNA se levanta, abre su cuaderno y a copiar lo-que-la-voz dicta durante media hora. UNA llama este dictado "vaciar el alma". Vacío el alma en un cuaderno. Confié en UNA y descubrí que vaciar el alma desarma más mis niveles de ansiedad que meditar y, cuando no puedo hacer ambas cosas, elijo hacer lo primero siempre.
Escribir es terapéutico. Esa forma de escribir lo es. Para UNA. Es, como dice Luis Landero en una cita que me acaban de regalar, "aligerar el alma para poder flotar sobre la vida".

Tú quizás encuentres valor terapéutico en otra actividad creativa: fotografiar la belleza, por ejemplo; cantar; dibujar... Lo que sí te pido es que no confundas terapia con escape. Si el valor terapéutico lo encuentras en, por ejemplo, "beber hasta perder el control", mucho me temo que no se trate de eso: Lo que estás haciendo en ese caso es tapar. Huir. Evitar. Ya hablamos (Tomo 1de que la evitación es una de las bazas de la ansiedad. Se regodea en ella.

UNA ha aprendido así a escuchar a esa voz interior, a no creerme todo lo que dice porque ¿sabes? La-voz miente más que habla. La-voz va a intentar hacerte creer que "esto no se te va a pasar nunca" o "a lo mejor te estás muriendo o volviendo loca" y "tienes que salir de aquí como sea". La-voz miente. Para no escuchar la-voz, recuerda saltar de la cabeza al cuerpo (Tomo 1).

Volvemos al ejemplo. UNA probó la meditación y probó la escritura expresiva, y para lidiar con la ansiedad eligió vaciar el alma. Pero si hubiera hecho caso de las recomendaciones y consejos ajenos, UNA se hubiera quedado en la meditación. Por eso, el recurso más importante es confiar en UNA misma.

#Confía

Te dirán también que hacer yoga es un remedio eficaz para la ansiedad. ¿Eficaz para quién? ¿La ansiedad de quién? A UNA le encanta el yoga: La gozosa sensación de estiramiento en el cuerpo es además trasladable. Pero el yoga no mitiga la ansiedad de UNA. A lo mejor lo hace con la ansiedad de otras-que-no-son-UNA. Pero no con la de UNA. Recuerda: Hay muchas ansiedades. La tuya es única. 

#Confía. 

UNA confió en UNA y descubrió que la ansiedad de UNA necesita marcha, sudar para perder fuerza. Cuánto más suda, menos jadea. Ejercicio de tipo aeróbico como bailar. El cardio. Caminar a paso ligero. Sudar, sudar, sudar.
Si el yoga no es mi alivio para la ansiedad, ¿por qué UNA se empeña en seguir haciendo yoga además de por el mero gusto de hacerlo que ya he mencionado? El yoga es un descubrimiento relativamente reciente en la vida de UNA. Conocí a una profesora maravillosa que me hace amarlo: Carmen Muñoz
UNA, que tiene sus highs y sus lows (narrados en A veces, algunas veces y en Hay días y días),  cuando los bajos son muy bajos, se tira al barro. Y cuando UNA se tira al barro, lo único que UNA no deja de hacer es esa clase de yoga de Carmen de los jueves. Ésa es mi ancla: Lo que me mantiene a flote. Todo el mundo debiera tener un ancla. Algo permanente. Algo inamovible que te rescate en tiempos de incertidumbre como los que corren. 

Párate y piensa. 
¿Cuál es tu ancla? 

Si eres madre, tu tentación probablemente sea etiquetar a tus hijos de ancla. Ellos te mantienen en pie. Pues aquí sí se va a permitir UNA intervenir con un consejo: Para empezar, hacer de tus hijos ancla es mucho peso para un niño, demasiada responsabilidad. Para continuar, tus hijos se irán antes o después (probablemente antes de que tú estés preparada para dejarlos ir). Pues bien, si has hecho de tus hijos ancla, te quedarás desanclada cuando se vayan. 
Busca tu ancla en otro lado que no sean tus reyes. 

#Confía

Por último, UNA no puede evitar mencionar en este Tomo 2 del Manual de usuario que el famoso dicho popular de "somos lo que comemos" atañe también a la ansiedad porque este Gremlin come lo que comemos. El mío, en particular, se exacerba con el exceso de azúcar y carbohidratos, y pierde energía cuando la nutro de grasa (grasas saludables tipo aguacate, semillas, frutos secos y aceites vírgenes) y proteína. Hay toda una ciencia detrás de este descubrimiento, pero no es la ciencia, sino la lentamente labrada confianza en UNA la que me llevó a concluir que lo-que-como inevitablemente influye en mis niveles de ansiedad. No hablo aquí de momentos puntuales de caprichos. Hablo de los patrones regulares. Obsérvate y confía.
Ya mencionamos en el Tomo 1 que las p**** hormonas influyen en la fluctuación de la ansiedad y la alimentación influye en las p**** hormonas, así que blanco y en botella (por cierto que UNA no bebe leche😉).
Quizás un post como éste, que se sale de la línea de #unavidamundana, caiga en el vacío. Pero con que alguien en algún sitio recoja el mensaje esencial de este doble manual de usuario y consiga con ello reducir sus niveles de ansiedad un 10%, UNA se dará por realizada. 
¿Qué mensaje?

#Confía



Si sientes la necesidad de compartir o comentar o contactar y no quieres hacerlo en redes, escríbeme aquí: 
N-o   e-s-t-á-s   s-o-l-a.


    Ansiedad: Manual de Usuario Tomo 1

    Deja que todo te pase 
    La belleza y el terror 
    Rilken

    Éste no es un post cualquiera de Una_Vida_Mundana. No es un post para todos los públicos. Es un post para los que, LAS que, como UNA, padecen o han padecido de ansiedad (porque si la has padecido, la sombra de su reaparición permanece en ciernes sobre ti).
    Absténganse de su lectura los-cuerdos.
    Así que voy a hacer un salto de párrafo ahora mismo y todos aquellos que ni la padecen ni la han padecido, van a hacernos el favor de dejar de leer y se van a poner a otra cosa, mariposa.



    A ti que sigues aquí conmigo te dedico este manual de usuario de la ansiedad porque, fíjate, UNA no es psicoterapeuta, pero se considera experta-en-ansiedad.
    He echado a los demás de esta lectura, a los que desconocen el tema, porque lo último que necesitamos aquí son sus miradas de incomprensión, de perplejidad ante unos síntomas que les son ajenos, su gesto de a-mí-lo-que-me-parece-es-que-estás-loca...
    He escrito arriba "LAS que padecen" no porque dude de que ellOs también la padezcan, sino porque en una cultura en la que a ellOs se les educa para ser machos-alfa, es raro que un hombre admita que sufre de una condición debilitante. He aquí la primera baza de la ansiedad: 

    El secretismo

    La ansiedad se ceba con el silencio. Si tienes ansiedad y no lo cuentas, te avergüenzas y te lo callas, es como un Gremlin al que metes en una piscina: Se transforma en un monstruo. UNA no está sugiriendo que lo vayas publicando (como UNA está haciendo aquí) a diestro y siniestro. Pero no te lo quedes dentro. Cuéntalo. Ahora eso sí: Elige bien a quién se lo cuentas. Recuerda por qué hemos echado del post a los que no conocen al gremlin.



    Además, UNA, experta-en-ansiedad, ha llegado a concluir que nuestras amigas, las-p***as-hormonas-femeninas influyen mucho en los estados ansiosos y que por ello somos nosotrAs las que atravesamos estos estados más que ellOs.

    Si la primera baza de la ansiedad es el secretismo, la segunda es el miedo. ¿Pero la ansiedad no es miedo? Efectivamente, la ansiedad es miedo, pero es miedo que se alimenta de miedo ¿Sabes cuál es el miedo que más la engorda? El miedo a la propia ansiedad. 

    En este tomo vamos a hablar de los ataques de pánico; de los ataques de ansiedad. 

    [Si nunca has tenido uno, no sabes lo que es, con lo cual mucho de lo que te voy a contar aquí te va a resultar ajeno. Un ataque de ansiedad no se entiende si nunca se ha tenido uno.]

    Tienes un ataque de pánico en un ascensor. ¿Qué haces? No coger más ascensores porque asocias los ascensores con la sensación de ansiedad. Pues bien, ese miedo evitativo es como un jarabe de vitaminas para la ansiedad, que hace que después de los ascensores venga cualquier cubículo sin salida y finalmente los espacios cerrados en general acabarán produciéndote ansiedad: Una habitación sin ventanas, por ejemplo, y con la puerta cerrada.

    El miedo al miedo es el peor de los miedos

    UNA-experta-en-ansiedad sabe lo siguiente: Un ataque de ansiedad no mata. Es muy desagradable, es sumamente incómodo, pero a día de hoy he sobrevivido a unos cuantos y puedo asegurarte que no matan. Un ataque de ansiedad, al final, si lo reduces a lo básico, no son sino una serie de sensaciones físicas muy desagradables y sumamente incómodas, pero ya está: Son sensaciones físicas que aparecen porque sí y acaban siempre yéndose porque sí. Efectivamente, acaban siempre yéndose PERO acelerar o ralentizar el momento de la despedida depende precisamente de que les des vitaminas o no. Es decir, si ante las sensaciones físicas de la ansiedad reaccionamos con más miedo (el miedo a la ansiedad), entonces lo que realmente estamos haciendo es multiplicar las sensaciones, que siguen siendo sólo sensaciones, pero aún más incómodas y aún más desagradables. El antídoto, pues, empieza por no usar ningún antídoto, es decir, no tratar de librarnos de la ansiedad cuando aparezca. Cuando las sensaciones comienzan a inundar el cuerpo, UNA saluda como si de una vieja amiga se tratara: 
    Bienvenida

    Para UNA, efectivamente la ansiedad es una vieja amiga, pues si bien me ha robado mucha vitalidad -la ansiedad es debilitante- también me ha puesto en contacto con otras facetas de UNA misma que he llegado a venerar: La creatividad, la sensibilidad y, desde luego, la humildad. Como conté en mi post, Un bote de pastillas, la ansiedad te pone de rodillas. Luego ya sólo queda levantarse.

    Después de saludarla, el siguiente momento del antídoto consiste en salir de la cabeza y poner la atención en el cuerpo, y es que, amigas, la tercera baza de la ansiedad es la curiosidad insidiosa insatisfecha. De repente, en cuestión segundos, se te llena la cabeza de preguntas:
    ¿Pero por qué me pasa esto a mí? 
    ¿Pero qué he hecho yo para merecer esto? 
    ¿Pero por qué estoy yo así y los demás no?
     
    NINGUNA -escucha- NINGUNA de estas preguntas tiene una respuesta correcta. Ni siquiera una incorrecta. No tienen respuesta. Así que no indagues. Si indagas, fertilizas el sentimiento de aislamiento, de ser un bicho raro, de estar sola en el mundo, y esto es como sal y pimienta para la ansiedad: ¡Le da sabor! Entonces, se desencadena una ristra de pensamientos negativos, la mayor parte de ellos irracionales, del tipo: "
    Esto no se me va a pasar nunca
    "A lo mejor me estoy volviendo loca
    "Tengo que salir de aquí como sea"

    ¿Cuál es la alternativa pues? Poner la atención en el cuerpo. Después de darle la bienvenida a la ansiedad, con curiosidad, bájate al cuerpo: A ver cómo se manifiesta la ansiedad cuello abajo. ¿Tienes tensión en las piernas? Puede que eso sea la manifestación del impulso de huir que acompaña a un ataque de ansiedad. ¿Estás hiperventilando, es decir, una respiración agitada y entrecortada? ¿Te sudan las manos? ¿Se te seca la garganta? Hazte un inventario: ¿Dónde y cómo notas que estás ansiosa? Pon la atención en las sensaciones del cuerpo, mira cómo van cambiando, cómo se van apaciguando o ganando momento. Pueden ser algunas de las que he mencionado o completamente diferentes.

    Si hay otra cosa que UNA ha aprendido, es que la ansiedad de CADA UNA es diferente. Cuando UNA empezó a tener ansiedad, no encontraba otra forma de describírselo a Peter que "se me está saliendo el alma por los oídos", y me los tapaba. El primer alivio para UNA fue ponerle nombre. Decidí contarlo y mi hermana me dijo: 
    Eso es ansiedad 
    Y el peso inmediatamente se aligeró. A mí me encanta cómo Rosa Montero describe su único ataque de ansiedad en La loca de la casa, porque no tiene nada que ver con la ansiedad de UNA pero tiene todo que ver con la ansiedad de UNA.

    Vale. Ya tienes la atención en las sensaciones del cuerpo. ¿Y ahora qué?

    Hay una postura en yoga que se llama el pez. En esa postura la cabeza está inclinada hacia atrás de modo que la parte superior de la cabeza descansa sobre el sue
    lo. Cuando UNA empezó a hacer esta postura, UNA se agobiaba tela: Me daba la impresión de que me iba a romper por el cuello o por la garganta; me entraba sobre todo una sensación ansiosa de que no iba a poder deshacer la postura.
    Poco a poco, UNA se ha ido trabajando la asana. Me ha costado mucho porque al principio ponía la intención en estar en la postura sin sensación ansiosa. No funcionaba. Cuánto más luchaba por no estar ansiosa, más ansiosa estaba. Entonces cambié el enfoque y decidí soltar la lucha, aceptar la ansiedad y preguntarme: 
    ¿Puedo estar con esto? 
    ¿Puedo quedarme con esta sensación ansiosa? 
    [Esto es super-yogui. Y ahora que estamos viendo la serie El Pueblo imagino al lector de este post juzgándome al modo del retrato de Santi Millán, pero quédate conmigo.]

    Ahora soy capaz de hacer el pez sin sensación ansiosa sólo porque aprendí a estar con la sensación ansiosa. Lo que trato es de hacerte llegar el mensaje de que no es tanto luchar contra la ansiedad sino de hacerla tu aliada: 
    Mira, me caes mal, pero me quedo contigo aquí sentada un rato.

    Vamos a hacer una prueba. Quiero que cierres los ojos.
    [¿Cómo voy a seguir leyendo si cierro los ojos? No estoy segura... Organízate 😬]
    Quiero que cierres los ojos e imagines que vives en un piso alto. Si vives en una segunda planta, por ejemplo, quiero que imagines que vives en un octavo. Ahora quiero que imagines que has recolocado los muebles de una habitación que da a la calle y que no has reparado en que has dejado demasiado cerca de la ventaba una cómoda. Ahora quiero que imagines que tu hijo (si no tienes hijos, uno de tus seres más queridos o incluso tu mascota) se sube en el mueble por hacer una gracia, o para limpiar, o para coger algo. ¿Lo ves? La ventana está abierta y en un momento de pérdida de equilibrio, tu hijo (o tu perro) se cae. Lo ves caer. Corres hacia la ventana. Te asomas. Ya no hay nada que hacer... Corres hacia la puerta. Bajas como loca las escaleras...
    Vale, ahora quiero que pares y escanees tu cuerpo tras imaginar, realmente imaginar, esta situación: ¿Cómo está tu respiración? ¿Está agitada, acelerada, entrecortada? Si has hecho de forma auténtica el ejercicio, lo estará. Notarás igualmente tensión en algunas partes del cuerpo. Quizás la mandíbula. Quizás tengas los hombros encogidos.

    ¿Y ves? No ha pasado nada. TODO-ESTÁ-BIEN. Y, sin embargo, un pensamiento ha cambiado en cuestión de segundos el funcionamiento de tu cuerpo. Un pensamiento irracional, infundado. 
    Eso es lo que pasa con la ansiedad. 
    Exactamente eso. 
    Son los pensamientos que, como estrellas fugaces, pueblan el cielo oscuro de tu mente, los que te provocan los síntomas. Por eso hay que no mirar al cielo, sino conectar bien los pies a la tierra para lidiar con la ansiedad. Eso básicamente significa centrar la atención en los síntomas corporales.


    Así que, resumiendo este primer tomo de la ansiedad, en el que te he contado cuáles son sus bazas y cómo se ceba, el trabajo que hay que hacer por dentro cuando te azota en forma de ataque de pánico es:
    • Nombrarla: Esto es ansiedad.
    • Darle la bienvenida como a una vieja amiga: Hola, te veo, te reconozco, vieja amiga, bienvenida. Saber estar con la nube negra. Perder el miedo al miedo.
    • No darle cancha a los pensamientos: No escuches las preguntas ni las sentencias que a modo de fuegos artificiales estallan en tu cabeza.
    • Escanea tu cuerpo con curiosidad, poniendo la atención en las sensaciones.

    El ataque de ansiedad pasa exactamente igual que llegó. Una vez que lo haga, no le otorgues el placer del secretismo: Elige a quién contarlo y cuéntalo. UNA puede asegurarte que la ansiedad es una pandemia mucho más extendida que el propio coronavirus. Cuando escribí Un bote de pastillas, muchas lectoras compartieron conmigo comentarios en gran parte de alivio por no sentirse solas.

    Este post ha quedado largo. Por eso es un tomo. El tomo 1. Viene otro: El tomo 2. UNA lleva usando la ansiedad un rato y le cuesta resumir.


    Deja que todo te pase 
    La belleza y el terror 
    Rilken

    Si sientes la necesidad de compartir o comentar o contactar y no quieres hacerlo en redes, escríbeme aquí: @Patricia Plaza
    #N-o   e-s-t-á-s   s-o-l-a.