martes, 27 de septiembre de 2016

La joven de la foto





La joven de la foto es muy guapa, ¿no?, aunque no le gusta posar. Es mi madre. Lo digo con orgullo. Me pongo de pie para decirlo.

La mujer de la foto ha pensado en cántabro, en castellano adusto, en francés y en andaluz. Se ha comido un sobao, un lechazo, un croissant y un salmorejo con el mismo gusto. Como buena cántabra, es un poco cactus, un poco cardo; por algo es de Matamorosa. Siempre quiso volver al norte pero hizo su reino, su califato, en el sur. De padre vasco y nietos sureños, andaluces, alguno incluso malagueño.

Tienes suerte si pasas fin de año con ella porque te llevas el único abrazo que da durante todo el año. De hecho, publico esto para ganarme un achuchón en septiembre aunque ella, al leerlo, estará pensando que es una americanada. Pero, hacerle un homenaje, bien vale un McDonald’s.
La mujer de la foto cumple hoy ochenta y... Tiene una cuenta de Facebook, una de Gmail y seis nietos.
No le gustan los perros pero, si la espías, la verás hablando con Canelo y con Mustang, o haciéndoles una caricia casi a escondidas.
Disfrutona, la mujer de la foto es la miembro más veterana del club de lectura de la Corredera y no se pierde una sesión porque le gusta charlar sobre los libros que lee y le encanta la copita que se toma después. No se pierde un desayuno o un aperitivo. No se pierde una buena mesa con un buen mantel. No se pierde un buen libro, ni una buena película, ni un buen vino...
La mujer de la foto habla francés, ha leído bibliotecas enteras y visto filmotecas completas. Y, ahora, si de vez en cuando se le olvida una palabra, se irrita. Y es que a ella lo que le gusta es controlarlo todo.
Culta, guapa, generosa.
Creadora de recuerdos, madre, abuela, esposa, viuda.
Echa de menos a quien la acompañó de por vida pero está rodeada de un ejército de mujeres y de mujercitas que la acompañan ahora y velan por su bienestar. Ella lo sabe. Sembró toda la vida y ahora recoge los frutos, aunque no se permite a sí misma dejar de sembrar y de seguir velando por el bienestar de los suyos. Matriarca del clan. Señora del cortijo.
Pueblerina, le gusta su barrio porque es como un pueblo y todos la conocen y la saludan por su nombre. Ana María, Doña Ana.
Protestona y un poco pesada, ella nunca duerme siesta, sólo tiene los ojos cerrados. Y no ronca, sólo hace ruido al dormir.
Nunca se queja. No sabe ponerse enferma. A su edad, 8*, dice que no le duele nada. Y les cuenta a sus nietos que hoy cumple 53.
Empresaria del ahorro, ha criado cuatro hijas variopintas y todas le han salido bien. Está MUY orgullosa de ellas aunque sólo lo confesará en su ausencia.
Con la mujer de la foto, no necesitas Google porque lo sabe todo. Te saca de un apuro. No sabe callarse un buen consejo.
Pero a ella le cuesta pedir ayuda. Le cuesta emocionarse, ella no llora. Perdió batallas pero ha ganado la guerra.
Secretaria, costurera, amiga, confidente, profesora. Trabaja mucho más que casi todas las “mujeres trabajadoras”. Cocinera, tiene un restaurante en casa. Hace las mejores patatas a la importancia del mundo, la mejor carne con tomate, el mejor marmitaco, el mejor pollo de corral y los peores boquerones en vinagre (pero esto último no se lo digas).
La señora de la foto es de derechas, por supuesto, pero lleva una mujer inconfesable de izquierdas dentro.
¡Feliz cumpleaños!

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