miércoles, 7 de febrero de 2024

La mentira del espejo

Cada vez que veo al hombre de ojos azules tiene algo interesante que contar. No sé qué edad tiene exactamente, pero sospecho que unos cuantos años más que UNA. Hoy hablamos de envejecer, llegar a esa edad de transición en la que me encuentro, el final de la segunda juventud. Me dice: 

- En la madurez se gana clemencia. 

Clemencia, me dice. Te confieso que luego buscaré clemencia en el diccionario porque no sé cómo leerla aquí, pero hago como que sí lo sé, y asiento con la cabeza. Supongo que clemencia es lo que rebosa él, en su mirada color mar, en su hablar pausado de poeta.

Luego me contará una anécdota misógena, de esas que los hombres cuentan a las mujeres esperando que se rían, y que las mujeres recibimos con cara de gorila de discoteca. Estaba él en la barra de un bar escuchando a dos borrachos charlar. Uno le decía al otro: 

- Cuando eres joven, si viene un amigo y te pide mil euros, tú haces lo que sea para dárselos, los sacas de donde sea.

Hacía gestos sobre la barra, como para mostrar que soltaba allí mismo los mil euros, con generosidad impetuosa.

- Pero luego te haces mayor- decía el borracho-, y el mismo amigo te pide mil euros y tú le contestas: "Mira, es que no puedo, no me deja mi mujer".

Supongo que ése es su resumen de la madurez. La pasión peleona y comprometida se torna placidez perezosa y rendida según uno va cruzando décadas. Es cierto que, cuando UNA estudiaba literatura en la carrera, me llamaba poderosamente la atención que un porcentaje altísimo de escritores admirados parecieran haber sufrido una evolución de su ideario desde su juventud a su madurez, un aburguesamiento que conducía sus tendencias políticas y vitales muy de izquierdas en sus primeros años y escritos, hacia cierta calma gruñona y conformista de derechas en su madurez. Era como un patrón. Luego fui observando que ese patrón no se limitaba a la literatura, y que artistas y personajes de otras esferas también lo seguían. Supongo que asumí que eso es lo que va haciendo la vida contigo: apalancarte un poco, ir atocinando tu credo, hacerte resignar de tanta tontería.

Es por ello que me sorprendió cuando en la cerveza del viernes, hablando de cómo hemos cambiado, Peter me señaló que UNA ha seguido justamente el proceso contrario, se ha radicalizado con el paso de los años; que, cuando él me conoció, UNA usaba castellanos y pendientes de perla, y todavía recordaba los versos que se recitan en misa pero que, a medida que hemos ido sumando aniversarios, me he ido moviendo hacia un dial que él probablemente llamaría "izquierdoso". Me he "hippiado", dirían mis hijos. Lo cierto es que mi último tatuaje es menopáusico: me lo he hecho a los 52. UNA no había reparado en esta presunta evolución. No creo, por ejemplo, que mi feminismo se haya tornado más radical -como asegura Peter-; quizás es que ahora pienso en voz alta porque estoy más segura de mis valores, los abandero, mientras que, de jovencita, la inseguridad me hacía dudar de las ideas propias y prefería dejarme llevar por el vaivén de las mareas, que daba menos miedo aunque fuera incómodo. 

¡Ah! Pero el cuerpo no responde con la pasión de antaño. La ira que se sentía antorcha en el pecho, ahora ya no quema, huele descafeinada: si puede esquivar una pelea, el cuerpo la evita, donde antes se hubiera enrabietado por ganarla. Cuando ya han pasado décadas de la-primera-vez de todo, todo empieza a saber a sucédaneo. Volaron muchas mariposas del estómago. Los hitos de no hace tanto ahora parecen light. Mientras mi mente se radicaliza, mi cuerpo le va poniendo freno en forma de una mala resaca, un dolor articular, una contractura muscular, un me-acuesto-temprano, un uff-qué-pereza, un eso-no-me-sienta-bien. De nuevo, el espejo miente a la veinteañera en mi interior y le rebota una mujer mayor. ¿Es eso clemencia? 


Gracias por la foto a 
https://tkz.one/@Leaesasin


Entradas relacionadas

3 comentarios:

  1. "Cuando ya han pasado décadas de la-primera-vez de todo, todo empieza a saber a sucédaneo." Esa frase es para enmcarcarla :) Los años, queramos o no, suman conocimiento, te has colocado en un lado y en el contrario, las cosas dejan de ser blancas y negras, hay un millón de grises ahí fuera.. y entre tanto gris es complicado tomar partido por una idea o una causa como si fuesen la única lógica

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. 👏🏽👏🏽👏🏽👏🏽👏🏽👏🏽

    ResponderEliminar
  3. Gracias a dios como digo yo ya que siempre fuy creyente a pesar de todo lo que me ocurrió en mi caminar.la edad creo qué te hace Savio de que es más importante tener paz mental, espiritual ect. Qué coger un enfado tonto cuando sabes que no con eso lo puedes solucionar. Lucidez de que ya sabes quien eres y lo que quieres en la vida.

    ResponderEliminar

Agradezco tus comentarios