miércoles, 8 de abril de 2020

No es lo mismo




Homenaje a las madres de niños chicos


No es lo mismo estar confinados cinco que cuatro, con dos niños que con tres. En la entrada De hermanOs y bombas, ya conté mi teoría prestada de los pares y los impares, según la cual cuando el número de hijos es par se pelean menos que cuando es impar. Ahora que Paul hijo1 no está, y en vez del impar-3 son el par-2, el número de conflictos en casa se ha reducido significativamente. Me da hasta pena reconocerlo pero es así, y siempre tendré que agradecerle a mi hermana y a mi cuñado que lo invitaran a pasar el confinamiento con ellos en el campo porque aquí en el piso un adolescente de 14 años acostumbrado a salir de 2 a 3 horas con la bici a diario, se hubiera subido por las paredes volviéndonos locos a todos.

No es lo mismo estar en el campo testigo de la primavera, de las amapolas rojas que aparecen a brochazos entre verdes, rodeado de animales que no se han enterado de qué va la-dimensión-confinada, que estar encerrados en un piso de ciudad sin balcones, sin terraza, sin azotea, sin patio y sin jardín. UNA ya se ha hecho su lista de básicos imprescindibles para la próxima pandemia.

Foto de Antonio Rivas Rengel



Pero UNA no se queja. Porque UNA lo está teniendo fácil: Con un marido más (Peter en casa) y un hijo menos, la cosa se descomplica. Además, UNA es consciente y agradece que este encierro la ha pillado a UNA en las edades ideales de los niños. Ya no son tan pequeños: 
Ya no demandan la atención de UNA 24 horas al día, 7 días a la semana. Tienen sus horas de entretenimiento a solas. Afortunadamente para UNA, les gusta leer. Y, llegada la ocasión, si UNA inventa un plan, todavía no están en el momento-adolescencia en el que los planes de UNA les parecerán un rollo-power-flower-piñazo-coñazo-supino. Todavía los engancho en proyectos creativos con moderado entusiasmo.
UNA, desde aquí, quiere mandar un mensaje de CORAJE para las madres de niños más pequeños. En Hace septiembre, UNA ya os contó la anécdota de aquel verano hace mucho tiempo en que UNA se ofreció voluntaria para catalogar la biblioteca del departamento de inglés en el que trabajaba. ¡Voluntaria en período de vacaciones! Ahora UNA mira atrás y ve una madre agobiada de verse confinada en casa con 3 monstruos pequeños reclamándola 24/7 sin tregua. Ir a trabajar era la tregua de UNA (a veces aún lo sigue siendo). Miro a esa madre con compasión. Con la misma compasión que te miro hoy a ti con tus hijos pequeños en la-dimensión-confinada:

Que llevas sin entrar sola al baño tres semanas.
Que cada vez que oyes la palabra mami te entran ganas de vociferar.
Que es sólo cuando se duermen que empiezas a disfrutar del gusto de tenerlos pero para entonces empieza a invadirte la culpa que viene con el pensamiento negativo (y la creencia limitante) de no haber estado a-la-altura.
Que miras las fotos que te entran por el grupo de whatsapp del cole con manualidades y reposterías y retos y demás lindezas que las-madres-normales hacen con sus reyes y las usas de listón para medir el volumen de tu-día-a-grito-pelado...

A ti, te voy a decir algo:
Salte del puto grupo de whatsapp. Ya estás tardando.
Aumenta considerablemente y SIN CULPA el tiempo de pantalla. ¡Escucha! Éste no es el momento de educar. Éste no es el momento de establecer límites saludables. Éste es el momento de sobrevivir. Tus hijos en este momento lo que necesitan es una mamá lo más feliz y serena posible, y eso pasa necesariamente, indispensablemente, por tiempo-a-solas. Si para tener ese tiempo-a-solas es necesario enchufarles la tele o la tablet, pues se la enchufas: 
n o-p a s a-n a d a

Plantéatelo como requisito sine qua non para la salud mental del hogar porque la salud mental del hogar es la salud mental tuya. Es tu reflejo: Tú eres el foco de energía de ese hogar, de eso no me cabe duda.
Así que, ¡coraje! ¡Mucho coraje! El corazón de UNA está contigo. Deja de leer, de mirar, de escuchar cualquier cosa que te haga sentir inadecuada, incluido este precioso blog. No es lo mismo tener niños de 4, 3 y 1 que de 12 y 9. No es lo mismo.

Éste no es el momento de ganar Masterchef ni de quedar finalista en Got Talent. Éste no es el momento de presumir ni de comparar. No es el momento de la culpa. No es el momento de las normas. Tienes toda la vida para ello. Ahora es el momento de la más pura y dura supervivencia. A ellos, a tus niños, les quedará, si les queda algo, no tanto lo que hayan hecho contigo estos días sino cómo se hayan sentido contigo estos días. Los niños son capaces de construir historias con mucha facilidad. Si les plantas la tele 5 horas (n o-p a s a-n a d a) y juegas con ellos 5 minutos, recordarán la energía de esos 5 minutos. Más valen 5 minutos de risas relajadas que el que pases el día entero con ellos inventando pero irritable y cansada. Limita el tiempo de la creatividad drenante. Déjales espacio también para que se aburran. Su aburrimiento será cuna de muchas ideas. Pide al otro adulto en casa, si lo hay, que vigile por si algunas de esas ideas resultan ser peligrosas. Y busca la manera de confinarte en la-dimensión-confinada.



El último consejo que te doy (y si has conseguido leer hasta este párrafo, ¡mi más sincera enhorabuena!) es que les leas. Mucho. Todo lo que puedas. Era mi vía de escape favorita cuando los niños eran pequeños. Es una manera de estar presente que no requiere realmente estar presente. Se puede leer en voz alta de forma automática, sin pensar en lo que estás diciendo, y eso te permite descansar porque no requiere la cantidad de energía que requiere, por ejemplo, un juego de mesa. UNA temía los juegos-de-mesa cuando éstos eran pequeños. Los juegos de mesa acababan siendo los juegos-de-suelo porque ahí es donde aterrizaban todas las piezas. Así que en cuanto podía les plantaba un cuento. UNA llegó a ser experta en modular la voz para aplacar a las fieras que, con suerte, se dormían. Siempre pienso que, en parte, ahora que son más mayores, mis hijos son grandes lectores porque su madre abusó de la única forma de entretenimiento que no requería el 100% de la atención de UNA (esto puede resultar útil, pues, para una futura pandemia; considéralo antes de descartarlo). Los expertos dicen que les leas porque... bueno, no recuerdo por qué... Pero UNA confiesa que les leía porque me daban el guión hecho: UNA no tenía que inventar nada. Peter sí se inventaba las historias y ¡claro! ellos siempre preferían los cuentos de Peter a los míos. ¡Genial! Otra vía de escape.

No es el momento de ser la-madre-perfecta. Es el momento de la autocompasión. Esto no es fácil. Esto requiere coraje. Para ellos sí es fácil, estáte tranquila. No es fácil para ti. De lo que se trata es de alcanzar el final del día con los depósitos de culpa al mínimo. Ya está. ¿Sabes? Para UNA eres heroica: Cuando UNA salga hoy a las 20:00 a aplaudir, el homenaje va por ti. 

¿Conoces la canción esa de Resistiré con la que nos martillean estos días? No sé para qué pregunto, por supuesto la conoces. Pues eso: Éste es el momento de resistir. No es el momento de brillar.

2 comentarios:

  1. La última vez que te vi, estaba embarazada de apenas 12 semanas de mi hija mayor. Quedamos para darte material sanitario que tu hermana llevaría a algún país que lo necesitaba mucho.
    Hoy me reencuentro contigo, por pura casualidad, porque una de las comadres que me regaló la maternidad ha tenido a bien compartir conmigo tu post.
    Te leo con la segunda cachorra de un año dormida en una teta y la mayor, aquella que llevaba en la barriga la última vez que te vi,de 3, en el otro lado pidiéndome la cosa número 4236 del día... me haces brotar las lágrimas.
    Gracias, gracias, gracias, por las palabras, por la empatía, por sacar piedras de esta mochila.
    Feliz de reencontrarte.

    La casualidad, o no, hacen que hoy seamos nosotros los que necesitamos todos aquellos productos sanitarios...

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    1. Laura, gracias a ti por tu mensaje. Y ¡a poquitos!... Con mucha auto-compasión... No quemes los días, sólo haz la siguiente cosa que toque hacer... y poco más... ¡Coraje!

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Agradezco tus comentarios