martes, 28 de abril de 2020

Permiso para ser humana

Ya hace mucho que se pasó la novedad del confinamiento. La ansiedad y el miedo perdieron momento. La emoción del principio, cuando se nos humedecían los ojos aplaudiendo a las ocho en los balcones, ha ido cediendo también. Lamentablemente o no, nos fuimos acostumbrando a nuestro nuevo lo-normal
Ahora es quizás peor. Ahora es el tedio. El cansancio. La resistencia a todos esos propósitos que nos hicimos cuando empezó el-fin-del-mundo y aún no sospechábamos que tampoco en la-dimensión-confinada tendríamos tiempo.

En esta nueva fase, UNA se ha dado permiso para ser humana.

UNA se ha dado permiso para estar irritable, irritada e irritante.

UNA se ha dado permiso para no salir a la calle con sus hijos ahora que tiene permiso para hacerlo ¡nomedalagana! y que sea Peter el que salga, porque UNA lo que quiere no es salir: 
¡UNA lo que verdaderamente quiere es estar sola!

UNA se ha dado permiso para hacer como que la pregunta ¿qué vamos a hacer hoy? que flota en el aire del salón a modo de tortura china- esa gota en la frente- no va con ella. UNA les devuelve la pregunta con eco ¿qué vamos a hacer hoy? a ver si hubiera otro que conteste.

UNA se ha dado permiso para encerrarse en el baño lo suficiente como para sacudirse de encima la responsabilidad de ser el foco de energía del hogar. 
Por cierto, 
Hogar-Dulce-Hogar
El listo que inventó la frase seguro ¡SEGURO! que no pasó una pandemia. 

UNA se ha dado permiso para hacer manualidades sola, un puzzle sola, por el puro placer de disfrutarlo y no por tener el cargo de "entretenedora-oficial-de-tiempo-libre-en-la-dimensión-confinada".

UNA se ha vuelto sorda ante el ruido: Hace como que no oye. Permiso para usar tapones de los oídos.
UNA se ha dado permiso para estar ausente en las peleas entre hermanOS: UNA ya no siente. UNA se cansó de arbitrar. UNA recita automáticamente: 
¡Sssshhhh, los vecinos!
como si se tratase de la letanía que rezaba de memoria-papagayo en el colegio mientras pensaba en qué le habría puesto su mamá para merendar en el recreo. Por cierto, ya que hablamos de meriendas, cada uno que se prepare SU desayuno y SU merienda. Bastante suerte tienen a estas alturas de que UNA siga preparando la comida y la cena TODOS LOS DÍAS, no sólo los días bisiestos.

UNA se ha vuelto ciega ante el desorden. Hace como que no ve. Se ha dado permiso para saltar el peine y para saltar el folio. Lo llamo skipping: Es el deporte que UNA hace durante la cuarentena. Salto de obstáculos. Y para las abdominales, UNA se agacha a recoger las balas de la Nerf que tiene toda la intención de poner a la reventa en cuanto los tres monstruos se queden sin munición, al más puro estilo-chantaje que UNA se ha dado permiso para aplicar en las nuevas medidas de disciplina-confinamiento que vienen a sustituir a la disciplina-positiva.

UNA se ha dado permiso para leer sólo entre líneas sólo algunos mensajes de sólo algunos grupos de whatsapp y obviar los demás; para no abrir los memes; para no pesarse; para peinarse o no, eso depende; para recargar la batería con cervezas verdes y banderillas picantes.

UNA se ha dado permiso para encoger los hombros y no tomarse de forma personal las hirientes contestaciones de los hijos adolescentes y preadolescentes con cara-de-pantalla, permiso que viene simultaneado con el derecho a no empatizar en absoluto y con la medida urgente de conservar la dignidad e ignorarlos al más puro estilo-bledo.

UNA se da permiso estos días para no ponerse las noticias, porque UNA se cansa de estar preocupada, de tener miedo, de sentirse triste. UNA se da permiso para no creerse nada de lo que oye ni nada de lo que lee, pues la patética circulación de bulos y el cinismo que acompañan esta crisis me han vuelto escéptica. UNA se da permiso para no opinar porque lo único que UNA sabe es que no sabe nada y que desde luego no quisiera estar en el lugar de muchos a los que se les supone el saber.

UNA incluso se ha dado permiso para contradecir a UNA. Para contradecir la ética de entradas de blog como el mensaje en un virus que UNA escribió en #unavidamundana hace seis semanas y preguntarse ahora: 
¿Por qué tengo que agradecer? 
¿A quién tengo que agradecer si UNA nunca pidió nada? 
¿Por qué no puedo dar por sentado lo que se dio por sentado que UNA querría?
Nadie le preguntó a UNA. 
UNA, en esta fase del confinamiento, empieza a encontrar indignante que se nos desparramara por el mundo, sin que se nos pidiera permiso ni se nos dieran explicaciones; que nos dejaran caer en este puto escenario del misterio de la vida, que tan desgarrador es como bello, y ahora se nos exija que "estemos agradecidos". 
Perdona: ¿Gracias por qué? 
Gracias por nada. 
Que nos dieron la vida con una mano y la muerte con la otra. 
Que nos dieron la belleza por un lado y el dolor, ese dolor que ahora ahoga a tantos, por otro. 
Sin preguntarnos si queríamos aceptar esta realidad de doble filo. 
Sin pedirnos permiso. 
La existencia es una gran invasión.
¿Y tenemos que dar las gracias? 
¿Gracias a quién? 
Si encima viene sin firmar, ¡coño!

UNA obviamente se ha dado permiso para decir palabrotas y sumarse así a la tendencia más "IN" de la casa de UNA.

Ésta de la foto es UNA hace justo ahora un año. 
Sin saberlo, llevaba las zapatillas a juego con el cielo. 
Sin saberlo, llevaba la suerte en la mochila. 
Ni UNA lo sabía ni UNA tiene la más mínima intención de agradecerlo.¡nomedalagana!

¿Namasté? 
Como dice Peter, ¡namasté tú!

Cuéntale a UNA qué permisos te has otorgado tú en esta fase-puro-hartazgo del confinamiento.

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