miércoles, 7 de abril de 2021

LA VOZ

Si te quitaran un sentido, ¿cuál preferirías que te quitaran? Es decir, si tuvieras que quedarte mudo, o sordo, o ciego, ¿qué elegirías? Esta pregunta, que les gusta tanto hacer a los niños, suele ser respondida con un abrumado "¡ciego no!", pues pareciera que el sentido de la vista es el que nos ata al mundo a modo de cordón umbilical. Sin embargo, a medida que UNA va creciendo por dentro y envejeciendo por fuera, la posibilidad de ser sordomuda casi que aterra más, porque la voz a estas alturas ya ha revelado sus poderes y secretos.

Del poder de la palabra ya hablé en otra entrada. Pero la voz, de entre todas las cosas que no se dejan ver ni tocar, puede ser ser tan potente como la mirada. Para empezar, la voz revela las emociones. La voz no miente. Un simple hola al coger el teléfono de una persona cercana, cuyos vericuetos de voz conoces bien, te viene a relatar en cuatro letras cómo anda hoy.

Que nos lo cuenten a las madres de adolescentes. Tu hijo te contesta mal. En realidad, no te ha contestado mal, o eso argumentará él: 

- ¿¡Pero qué te he dicho!? 

Probablemente lo que te haya dicho no sea grave. Las palabras pueden perfectamente ser inocuas: Un "vale, vale" o un "sí, sí" no faltan al respeto en sí mismas. El matiz lo añade la voz, el cómo lo haya dicho. 

Las palabras, sin el envoltorio azucarado de la voz, a menudo son causa de malentendidos. ¿Quién no tiene experiencia de esto por whatsapp? La cagaste al enviar o al recibir un mensaje. Esto no pasa si el mensaje es de voz. Y es que la voz viene a vestir a la palabra, le da sentido. Sin voz, la palabra está desnuda.


La voz, como arma de doble filo, tiene capacidad para cargarse todo el valor educativo de un discurso y convertirlo en una poción de sapos y culebras sin necesidad de cambiar ni un ápice los términos, tan sólo modificando el tono y el volumen, en un día de esos a grito pelado. La voz a voces, un mal vicio del que toda madre adicta quisiera desengancharse. De hecho, a veces UNA ha llegado a pensar que el secreto de ser buena madre no es otro que el de modular la voz, esa voz que dicen se transforma en la voz interior de tus hijos... 

¿La voz a ti debida?
¿La voz. A ti. De vida?






La voz tiene igualmente el poder de despertar instintos en instantes. ¿Has conocido alguna vez a un hombre apuesto que, en cuanto abre la boca, su voz le echa a perder el atractivo? O, por el contrario, ¿has descubierto a un hombre "incómodo-de-mirar" que con su voz de radio te encandila? La voz tiene ese poder de seducción. Y ¿qué hay de una voz que canta bien? Reviste al dueño de un halo de encanto. 


La voz hecha susurro calma. Cuando Paul hijo1 y Gusi hijo2 eran todavía muy pequeños, UNA tenía horario de tarde y llegaba a casa a las diez, cuando ya estaban dormidos, perdiéndose la-hora-del-cuento, así que UNA les grabó unos CDs con sus cuentos favoritos para que Peter se los pusiera religiosamente antes de dormir. Como una oración, la voz de una madre recitando es el mejor somnífero.


La voz también revela edades. Viendo vídeos estos días de cuando los niños eran chicos, lo que más llama la atención son sus voces. ¡Han cambiado tanto! Es una de las cosas que UNA echa más de menos de su primera infancia.


Y es que la voz envejece contigo. Recuerdo un momento de mi abuelo Papabis hace ya muchas décadas. Mi padre había adquirido una cámara de vídeo y pasábamos días en familia inventando grabaciones que ahora se han convertido en reliquias. Un día vinieron los abuelos a casa y las pequeñas les hicimos una entrevista. Luego la vimos por televisión. Mi abuelo se quedó callado un rato, tristón. Luego dijo: 

- No sabía que tuviera voz de viejo. 

Creo que nunca antes de oírse había sido tan consciente de su edad.


Que sonemos por fuera distinto de cómo nos oímos por dentro es uno de los descubrimientos infantiles que más aturde. Recuerdo cuando mi sensible Paul hijo1 se percató de esta diferencia al escucharse grabado por vez primera. ¡No daba crédito! Me repetía: 

- ¡Mamá, pero es que yo no me oigo así!

Y me pedía que le describiera una y otra vez cómo lo oía yo.
Describir una voz merece premio literario, por cierto.

Este post es mi homenaje a los poderes de la voz, un misterio que desde siempre me ha obsesionado. La voz que tiembla, que se alza o se baja, la voz de la conciencia (¡ay, tan bruja a veces!), la voz que se anuda, que se empaña, que se quiebra...
El hilo de voz que se apaga... 

"Lo que eres me distrae de lo que dices"
escribió Pedro Salinas en La voz a ti debida. Es cierto. Haz la prueba. No hay nada que te traiga de vuelta la energía de alguien que ya no está como oír de nuevo su voz en una grabación. Como si levantara la cabeza.
 

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1 comentario:

  1. Nunca sé que contestar a ese tipo de preguntas, es verdad. Pierdas lo que pierdas, te quedas sin una parte muy importante de tu vida..

    Pero es cierto, la voz es algo que se nos pasa siempre por alto, que la damos por descontada y no es así

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