Gusi hijo2 tiene una pregunta recurrente que volvió a plantearnos en la cena de fin de año:
Si pudieras tener un superpoder, ¿cuál elegirías?
Paul hijo1 lo tiene claro: teletransportarse. Poder plantarse en otro espacio sin la necesidad de tiempo ni transporte. Así podría ver a diario a su tía a la que quiere tanto pero que vive lejos en el campo, y a sus perros y sus gatos, y luego podría pasarse por Madrid a ver a su otra tía, y no tendría que esperar las semanas que separan sus encuentros, ni pasar por desplazamientos que, por largos, dificultan la frecuencia de los mismos.
Gusi hijo2 se debate entre dos superpoderes a cuál más goloso. Por un lado estaría bien poder parar el tiempo: así, si estás en un examen y no te acuerdas de la respuesta, puedes detener el reloj y aprovechar para meditar en la respuesta (o mirarla del tirón). Luego activas el tiempo de nuevo y sigues con el examen tan campante. Pero tampoco estaría mal la supervelocidad, especialmente para un jugador de fútbol como él: podría plantarse en el otro extremo del campo en cuestión de milésimas de segundo.
Dolfete hijo3... Bueno, Dolfete hijo 3 no se pronunció por un superpoder en concreto, pero iba comentando las entradas de sus hermanos. Teletransportarse estaría bien, porque robas y te vas. Poder parar el tiempo estaría bien porque aprovechas que está parado para entrar en una tienda y robar. La supervelocidad estaría genial para salir corriendo después de robar. UNA ha de confesar haberse quedado ligeramente preocupada después de estas anotaciones de Dolfete hijo3 pues su vocación sospechosa parece haberse ido revelando a través de ellas: ¿tengo un ladrón en potencia en casa? El chiquillo, desde luego, promete.
Cuando le llegó el turno a UNA de declarar cuál sería su deseo de superpoder, hube de reconocer que la invisibilidad me resulta sumamente atractiva. Recuerdo una foto de Glennon Doyle con la cabeza cubierta por una bolsa de papel en su libro Carry On, Warrior: confesaba que cuando sus hijos empezaban a hacerle perder la cabeza, se la ponía para esconderse a respirar.
UNA admite que hay días en que le encantaría hacerse invisible como por arte de magia y que no la encontraran por mucho que la llamaran, sobre todo a partir de la vez número ciento veintisiete que escucha "¡mamá!".
Sin embargo, lo cierto es que si UNA pudiera elegir un superpoder, ése sería tolerancia-máxima. Hacia lo-que-sea. Tolerancia-máxima frente a la vez número ciento veintisiete que escucha "¡mamá!". Tolerancia-máxima frente a las emociones propias y frente a las ajenas, especialmente cuando las emociones de mis hijos o las de UNA se desorbitan, a veces como reacción éstas de aquellas. Saber sentarme a estar con lo incómodo. Sentarme con el miedo. Sentarme con la rabia. Sentarme con la nostalgia. Serenidad, no hipersensibilidad. Resiliencia extrema ante las quejas de mis hijos para un mantenimiento impecable de los límites. Saber estar-con-X siendo X=lo-que-sea. Estar con lo-que-sea que venga, con lo-que-sea que la vida me eche. Ése sería el superpoder que UNA elegiría.
Esta conversación de nochevieja me trajo a la memoria un encanto que Paul hijo1 tenía de muy pequeño. Hacía confesiones del tipo: a mí no me dan miedo las pesadillas o a mí no me dan miedo los cacharritos de la feria, y estas revelaciones diminutas eran la manera que tenía UNA de saber qué es exactamente lo que le daba miedo a mi tesoro. Pues eso: el superpoder que anhelamos puede que no sea sino una radiografía perfecta de nuestra debilidad más vulnerable, de lo que nos pesa o lo que nos cuesta, de lo que nos impide ser nuestra mejor versión, salvo el superpoder arbitrario de Dolfete que es simplemente un deseo impío de robar.
Y a ti, ¿qué superpoder te gustaría tener? Me encantaría compartieras por satisfacer la curiosidad creativa de UNA.
Si eres madre, sabrás de todas formas que ya tienes un puñado de superpoderes que te vienen de fábrica.
Tienes la capacidad de encontrar todo lo que pueda perderse (incluida la paciencia),
tienes multi-gadcheto-brazos,
tienes un despertador injertado que además es capaz de hacer de alarma a todos los miembros de la unidad familiar,
tienes un sistema de planificación de menús-y-compras con la última versión de software-organizador,
tienes un detector instantáneo de problemas emocionales infantiles,
tienes un escáner discriminador de síntomas reales y de aquellos puramente mimo,
tienes besos que curan, manos que calman, mantras que sosiegan...
...entre otros superpoderes.
Ay cuando yo era pequeña también quería ser invisible para poder robar!!!
ResponderEliminarEl mayor deseo de la Laura pre-maternidad era el superpoder de comer sin engordar.
La Laura bimaternidad quisiera paciencia infinita, aunque tenga que estar como una vaca.
Comer sin engordar es probablemente el anhelo de superpoder de muchas mujeres y paciencia infinita el de todas las madres.
EliminarMe tranquiliza saber que tú tenías de niña el mismo deseo de robar que Dolfete, y luego has resultado tan bien ;) Todavía hay esperanza.
Jajajaja. Gracias por ese "tan"!
ResponderEliminarYo siempre he deseado el superpoder de viajar en el tiempo. Y no lo usaría para cambiar nada (tengo el miedo de "el vuelo de la mariposa metido en el cuerpo también"). Solo sería por el puro placer voyerista de estar presente en momentos que solo conozco por lo que me hayan contado o por lo leído en los libros de historia. Tal y como va todo no sé si me atrevería a viajar al futuro....
ResponderEliminarAvefenixa, gracias por compartir.
EliminarSupongo que has visto El Ministerio del Tiempo pero, si no lo has hecho, te la recomiendo...
El futuro, tristemente para mis tres reyes, se me antoja corto...