martes, 12 de enero de 2021

Otra teoría del todo

Teorías del coronavirus hay muchas y variadas:
que es un arma biológica creada en un laboratorio,
que el patógeno escapó del laboratorio por accidente,
que es una enfermedad efecto de las torres 5G,
que ha venido desde el espacio exterior en meteorito,
que se trata de una orquestación desde figuras de poder como Bill Gates para el control de la población,
...y no sé cuántas más explicaciones. Muchas y variadas.
Casi todo el mundo tiene una. Sale el tema en una conversación y da para un rato. 

UNA os va relatar en este post la teoría de UNA, que es otra teoría de el-todo.

Para UNA, el virus ha sido enviado por la naturaleza, por el-todo, para poner al ser humano de vuelta en su sitio. Es un mecanismo de autodefensa de el-todo. Nos hemos creído poderosos y nos está recordando que no somos sino una especie animal más en su reino. No somos los reyes aunque así lo hayamos querido creer, por esa corteza cerebral prefrontal que nos otorga la palabra y la capacidad de reflexión (como ésta que UNA hace ahora); una parte del cerebro que, si bien nos ha hecho evolucionar, no ha sido necesariamente para mejor.

Emisario: La naturaleza.

Destinatario (veremos a ver si receptor): El ser humano.

Código: Covid-19.

Mensaje: Tú a tu sitio. Acabo yo contigo antes de acabar tú conmigo. ¡Cuidado! Si no es por las buenas -te mandé señales, ¿recuerdas- habrá de ser por las malas. 

Vives sin vivir en mí   

y tan alta vida esperas

que tú habrás de morir

para que el-todo no muera

Photo by Dan DeAlmeida on Unsplash

Efectivamente, la naturaleza nos ha estado enviando señales, pequeños y no tan pequeños avisos, que hemos ignorado: la fruta y la verdura han perdido aroma y sabor, el cambio climático, cuatro estaciones que se han visto reducidas a dos, el estrés y la ansiedad, el cáncer, fenómenos atmosféricos extremos, especies extinguidas, enfermedades autoinmunes... 

La gran nevada de este invierno es una catástrofe climática a pesar de su belleza. Me decía mi hijo que él piensa que, como estuvimos confinados tanto tiempo el año pasado, esta inesperada recuperación de las temperaturas de invierno es una consecuencia directa de aquel confinamiento. Al margen de la fantasía infantil que establece una relación obvia entre aquello y esto, no deja de llamarme la atención el hecho de que los niños sean perfectamente conscientes de las consecuencias directas que el ser humano tiene en el medio ambiente.

No hemos escuchado. 

¿Qué haces tú cuando tu hijo no escucha? Vas alzando la voz. Pues eso es lo que para UNA es el coronavirus. Un alzamiento de voz de la madre naturaleza. Un grito ante nuestra sordera. 

Aquí estamos. Así estamos. Lo triste es que parece que seguimos sordos. Me pregunto si nos vamos a parar a escuchar el mensaje o vamos a esperar al siguiente, a uno más alto y más claro. Porque esta madre ha sido paciente, muy paciente con nuestra especie pero es tan imparable como implacable.

Photo by CDC on Unsplash
El hecho de que se trate de un virus curiosamente selectivo no hace sino corroborar mi teoría de el-todo. Está llevándose a muchos ancianos y muchos previamente enfermos, dejando no obstante intactos a la gran mayoría de los niños. Respeta la infancia pero se ceba con la tercera edad y con la enfermedad. Sí, lo sé, probablemente conoces a alguien joven y sin patologías previas que se ha ido en esta historia. Créeme que no es mi intención faltarle el respeto o restarle importancia a esas muertes. Nada más lejosUNA es igualmente susceptible de coger el virus y tragarse sus palabras. La naturaleza es poderosa pero no es perfecta: los detalles quizás no los tenía ultimados. Pero si analizamos los resultados globales, y creo firmemente que una visión global, una visión de el-todo, es indispensable para salir de esta crisis, lo cierto es que la pandemia está arrasando con la humanidad por arriba, no por abajo. 

Para UNA esto no deja de ser significativo: es un proceso de selección de los supervivientes por parte de la naturaleza. No puedo con todos. No así desde luego. Me sacudo y caen unos cuantos, los más débiles. 

Lo que a UNA le preocupa es que seguimos dispersos. Estamos distraídos con la preocupación por la gestión política de esta crisis, la angustia por los efectos económicos de la misma, que tienen una inmediatez de la que lo global, el-todo, no goza. El-todo es paciente. El mundo de las mascarillas, los geles hidroalcohólicos, los confinamientos, las restricciones... nos han enredado de tal manera que volvemos a perder la perspectiva que nunca tuvimos, la única perspectiva que nos sacaría de este embrollo medioambiental tan devastador, porque eso, amigos, es lo que esto es: un desastre medioambiental. Ahora oímos la palabra "ozono" y pensamos en las lámparas desinfectantes: nadie se acuerda ya del agujero en la capa, ¿verdad? Pues era un aviso. Una señal. Seguimos usando el consumismo por su efecto distrayente de esta desgracia a la que nos ha llevado, entre otras cosas pero sobre todo, el propio consumismo, ése que usamos para afianzar la prevalencia de nuestra especie. UNA confiesa hacer estas anotaciones desde la más profunda incoherencia de su vida mundana.

- Pues fíjate, grita la naturaleza cada vez más alto, en el-todo no sobresale nadie, así que vosotros seguid así, y quizás sea vuestra especie la que no prevalezca. 
 
La naturaleza habla cada vez más alto. Repito. Segunda ola. Repito. Tercera ola. Seguimos sin escuchar contaminando océanos con mascarillas. No escuchamos. Nos van a sacudir de la faz de la tierra de un plumazo por esta sordera. Somos los destinatarios de un mensaje que nos resistimos a recibir.

UNA es consciente: mi teoría de el-todo encaja sólo dentro de una visión mágica de la vida. La de UNA. Pero es que 

sin el-todo 
no hay nada.


Dedico este post a todos los afectados de una manera u otra por el Covid-19 que, desde el punto de vista de UNA, no son sino víctimas de la soberbia de nuestra especie.


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3 comentarios:

  1. No tengo una visión tan... ¿determinista? de la naturaleza, pero creo que sí, que algo de lo que dices es cierto. Nos hemos apropiado de todo creyéndonos los dueños y no era más que un préstamo de algo preciado (y único) que debíamos cuidar....

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    1. Determinista, no sé. Pesimista sí.
      Y aprovecho para citarte: "Esas serán todas nuestras huellas, el rastro que dejaremos tras nosotros: unos puntitos en medio de una inmensidad que un día desaparecerán."
      El-todo puede que sea eterno. Nosotros no.

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  2. Acepto pesimismo, la oigo muy a menudo pegada a mi nombre, así que debe tener algo de verdad ;)

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Agradezco tus comentarios