domingo, 18 de agosto de 2019

Tienes un whatsapp

A estas alturas ya habrás visto la película de Santiago Segura Padre no hay más que uno. O no. Porque si no tienes hijos, dudo mucho que el título te haya atraído al cine. No es un peliculón pero es muy simpática y, si tienes hijos, ciertamente te la recomiendo, porque el proceso de identificación no puede ser mayor. La película relata con gracia y desparpajo los avatares de los padres y madres de hoy en día. Fuimos a verla la familiade5 y lo pasamos pipa. Cuando salíamos, me detuve a escuchar los comentarios de otros espectadores, y casi todos hacían referencia al tema de los grupos de whatsapp que se critica en la película con mucha gracia.

Con el tema del whatsapp hemos perdido totalmente, totalmente, la perspectiva. Nos hemos creado una necesidad donde no la había pero es que además se nos ha ido de las manos. Como madre, UNA está en el grupo de cole de Paul hijo1, y en el grupo de cole de Gusi hijo2, y en el grupo de cole de Dolfete hijo3, y en el grupo de fútbol de alevines y de benjamines y de no-sé-qué-más-ines.
Peter pasaba de estar. Tuvimos una vez un enfado de aquellos en los que UNA se queja de que todo el peso de la organización de todo recae sobre UNA mientras que Peter se limita a recibir comandas, yo de mayor quiero ser padre (y no madre- que es, sin lugar a dudas, un tema para otro post), y UNA materializó su venganza-estropicio más cruel: en un ratito, contactó con todos los administradores de todos los grupos de whatsapp de todos los hijos de Peter y UNA, y les pidió que por favor si fueran tan amables metieran a Peter en el grupo para que estuviera al tanto. De repente, Peter, que odia el whatsapp, se encontró metido en seis grupos nuevos, de los activos... ¿Tú crees que está al tanto? Pues no. UNA sigue siendo la que lee los mensajes de whatsapp y avisa a Peter cuando hay algo importante que merezca la pena leerse(cada 426 mensajes más o menos de media). O si acaso UNA le re-envía el mensaje importante en cuestión por privado a Peter para que él no tenga que rebuscar entre el amasijo de mensajes.

Esos seis grupos son los fijos. Luego, por cada cumpleaños, la mamá del niño homenajeado organiza un grupo con los amiguitos invitados (UNA también lo hace, ¿eh?). ¿Dónde quedaron aquellas divinas invitaciones de Snoopy que repartíamos en clase el mismo día que llevábamos los Sugus? Mas no queda ahí la cosa, no: una mamá voluntaria (casi siempre la misma, y a la que todas estamos profundamente- repito: profundamente- agradecidas) organiza un grupo paralelo aparte, sin la mamá del niño cumpleañero, para organizar el tema del regalo que ella se encargará amablemente de comprar (de nuevo, ¡gracias!💙😇) así que hay que recoger el dinero: 
¿Te lo mando por bizum?... 
Ya está, te lo acabo de mandar... 
¿Lo has recibido?... 
...multiplicado por los catorce niños que están invitados al cumpleaños. Si tu hijo es popular, te puedes pasar el curso entrando y saliendo de grupos de cumple y de grupos de regalo de cumple un fin de semana sí y otro no. O si tienes tres hijos, como UNA, entonces puede que sea un fin de semana sí y otro también. Y digo entrando y saliendo, si es que te atreves a salir, claro está, que en esto también hay quienes son más osados y se salen con un ¡Hasta luego, Lucas! Los hay que no se atreven a salirse y se quedan en los grupos, esporádicamente activos, por los siglos de los siglos amén. Y luego están los que se salen por la noche a hurtadillas.  

El whatsapp es la gran faena que nos han vendido. Antes salías del trabajo y te ibas a casa y desconectabas: Buenas noches, hasta mañana 👋. Pero ahora estás pillado veinticuatro horas al día, siete días a la semana. Y se espera que respondas. ¡UNA está metida en siete grupos por temas de trabajo (no exagero: acabo de comprobarlo)! Cuando no hay mensajes de un grupo, los hay de otro. Es como un hilo que te mantiene atada al ámbito laboral, sin posibilidad de desconexión. Osé preguntar si el whatsapp se consideraba la vía oficial de comunicación y se me dijo que, según el plan de centro, la vía oficial es el correo electrónico, pero obviamente el whatsapp es más rápido. 
Eso es lo malo. Es más rápido. Exige la inmediatez de la reacción, se crea la expectativa de la respuesta. No creo que seamos conscientes todavía del daño que esto ha hecho a nuestras horas de merecido (y no sólo necesario sino también imprescindible) descanso. No se puede desconectar la mente del trabajo si estás constantemente recibiendo y leyendo mensajes del trabajo. Esta política va en contra de la filosofía mucho más sana de atención plena que exige precisamente lo contrario a la rapidez: ralentizar. Pero nos ha tocado vivir en una cultura que nos regatea con velocidad y economía de tiempo.

Los grupos que menos me duelen son los de las amigas y, aún así, no siempre consigo estar al día. Cuando llego a casa y echo un vistazo a la aplicación y veo que tengo 240 mensajes esperando a ser leídos, a veces no sé seleccionar y, a falta de tiempo y/o energía para leerlos todos, elijo no leer ninguno. 
La imagen de un niño tratando sin éxito de reclamar la atención de su madre mientras la madre a su vez está escaneando el whatsapp es la estampa de nuestros días.
¡Escúchame!: Estamos dedicando un gran porcentaje del tiempo limitado de nuestras vidas únicas (y de la infancia única de nuestros hijos) a una aplicación de móvil. 
Eso es todo lo que es: una app en un teléfono.

Luego está el tema de los subgrupos. UNA ha metido que recuerde por lo menos dos patones curiosos por mandar mensaje al grupo en vez de al subgrupo. Alguien se debió de coscar pronto del tema éste de los patones, pues ahora ya se pueden borrar los mensajes después de enviados (si tienes la suerte de que el recipiente no los haya leído 😬). Luego los borras, y el recipiente confuso pregunta:
 ¿Quééééé? 
Y tú: 
 Nadaaaaa 
Y ella: 
 Valeeeee 
Y tú, emoticono de los besitos al canto: 
😘😘😘😘
Porque eso sí, los emoticonos son sin lugar a duda la mejor herramienta del whatsapp. Unos aplausos 👏👏👏, unos ojos abiertos como platos 😳, un no me lo puedo creer 😱, una bailaora o un par de cacas 💩💩, y ya no tienes que decir ná de ná.




El problema, como siempre, no es el grupo en sí. La idea original, la de facilitar, está bien. El problema es que se olvida para qué fue creado el grupo. Eso pasa sobre todo en los grupos de padres y madres. Se supone, aunque a estas alturas empiezo a tener dudas, que los grupos fueron creados con la idea de poner en común temas relacionados con la vida escolar o extraescolar de los hijos, pero normalmente la gente se va animando y, al final, de lo que menos hablan los padres motivados es del cole.
Recuerdo una ocasión en la que se desencadenó una discusión con tintes políticos sobre el tema del feminismo en uno de los grupos de clase y en un abrir y cerrar de ojos pudieron publicarse perfectamente 180 mensajes sobre el tema. Pensé que el eslabonado de mensajes rozaba ya la incoherencia e hice una pequeña incisión en el debate abierto  para recordar que
todo está bien pero éste no creo sea el foro más apto para una discusión de esta índole
Pues enseguida se tachó a UNA de persona-non-grata. Como dice Santiago Segura en la película, son una secta. Pero no queda muy claro quién pertenece a la secta: En esa ocasión no recibí apoyo público alguno en el grupo y, sin embargo, simultáneamente me llegó un buen puñado de mensajes por privado agradeciéndome haber recordado el propósito del grupo y haber interrumpido una conversación no relevante al mismo. 
Esto es como el Gran Hermano, que nadie lo veía pero todo el mundo opinaba. Aquí nadie parece estar del todo cómodo con los grupos de whatsapp, pero no veas cómo proliferan. Especie fértil.😏

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