viernes, 7 de mayo de 2021

Sembrar

UNA no ha sido lo que UNA hubiera querido ser, principalmente porque UNA no tenía claro lo que quería ser. UNA-pequeña cambiaba de profesión-futura cada luna nueva, de querer ser actriz pasaba a querer ser poeta, de veterinaria a periodista. No importaba aterrizar en un trabajo concreto: lo verdaderamente mágico era que el mundo de posibilidades era infinito. A aquellas alturas de la vida, UNA podía ser lo que le diera la gana. El futuro se pintaba como un universo lejano lleno de sueños realizados.

Ahora que el futuro está aquí y que UNA no ha sido lo que UNA hubiera querido ser, UNA se empeña en dejarle claro a sus tres reyes que podrán ser lo que ellos elijan: deseo que se recreen en imaginar ese futuro de colores, sin duda uno de los regalos de la infancia que luego la propia vida se encargará de irte arrebatando. Salvo a Peter-marido, que es un privilegiado; mi suegra siempre cuenta que Peter-pequeño tenía claro lo que quería ser: jubilado. Su sueño está cada vez más cerca de cumplirse.

A mis hijos sólo les he marcado dos excepciones: ni torero ni astronauta. Sospecho que en cualquier momento Paul hijo1 (15) decidirá ser torero-en-la-luna con tal de llevarme la contraria, pero por ahora ninguno de los tres parece tener claro lo que quiere ser. Dolfete hijo3, de más chiquitín, habría querido ser heladero, mas luego cambió de opinión al caer en la cuenta de que tendría que trabajar en verano. 


 

Paul hijo1 entra en Bachillerato el curso próximo, aunque a mi alma-de-madre-primeriza le cueste hacer las paces con el hecho irrefutable de que mi-bebé-recién-nacido se hace mayor 😢. En la elección del tipo de Bachillerato, UNA reconoce las primeras señales que indican que su mundo de posibilidades infinito, su universo lejano lleno de sueños realizados, empieza a menguar. En cada transición, de Secundaria a Bachillerato, de Bachillerato a Universidad, vamos descartando opciones. Luego la vida robada, la suerte, las propias elecciones, se ocuparán de seguir descartando hasta que aquel universo infinito de la infancia empieza a asemejarse más a un túnel.

Entonces llega Carlos (de quien os hablé en Bajar al cuerpo y en A flor de piel), con 50 tacos, y nos pregunta:

¿Qué quieres ser de mayor?

Luz en el túnel. 
Nos recuerda el derecho a seguir soñando -tengamos la edad que tengamos- y a incorporar posibilidades que habían sido descartadas por el mero hecho de que la edad nos hizo desistir de plantearnos la pregunta.

Como ejercicio, me parece que la propuesta de Carlos debiera ser obligatoria. Si cada mañana, todos nos preguntáramos
¿qué quiero ser de mayor?
creo que las elecciones diarias serían necesariamente distintas, porque para cosechar mañana (de-mayor) hay que sembrar hoy. 
Del mismo modo que mi hijo Paul sabe que para ser biólogo en el futuro, tiene que hacer bachillerato de ciencias, para crear la versión-de-ti-misma que pretendes desplegar en cinco, diez o quince años, tienes que empezar eligiendo en el semillero de hoy qué es lo que quieres plantar. De la semilla de la uva no va a salir un limonero. Si este ejercicio de reflexión y elección fuera diario, puede que se evitaran muchos males. 

¿Tú crees que ante tamaña pregunta- ¿qué quieres ser de mayor?- alguien contestaría conscientemente: "pues mira, quiero ser un político corrupto"? Lo dudo mucho. "Quiero ser un político íntegro" tal vez sí. Pues entonces la elección de hoy, ante esa tentación caprichosa y fácil que se te presenta, ha de ser necesariamente otra. 

¿Qué quieres ser de mayor? "Una vieja amargada y gruñona". ¿Tú crees? Lo dudo mucho. "Quiero ser una persona afable, sabia, serena". Pues entonces no te enganches hoy al toniquete de la queja que,

si queja cultivas, 

vieja gruñona recolectas.

En el grupo que Carlos planteó esta pregunta hay una señora de 77 años que cuenta con toda mi admiración pues, desde su silla de ruedas, sigue eligiendo crecer y pintar de colores su yo-futuro. Recuerdo también con mucho afecto a la abuela de Peter que con 90 años se arregló la dentadura y le costó una fortuna. Eligió presumir. Seguir eligiendo siempre. Colorear hasta el último capítulo.

Una vez os conté que mi madre, refiriéndose a la educación de mis tres monstruos, me regaló un consejo que UNA convirtió en mantra:

Tú siembra, que ya recogerás
Tardarás en ver los frutos, pero los recogerás
Tú sigue sembrando...
... y confía

Pues bien, esta cita me sirve también para mantener la consistencia. Cuando las fuerzas flaquean, UNA coge el regalo de Carlos y se pregunta:
-¿Qué quiere ser UNA de mayor?
Y luego coge el regalo de mi madre, y se da aliento:
-Pues sigue sembrándolo...

Una se lo guisa, una se lo come, ¡sí😅!, pero el mensaje es que tenemos derecho a soñar a cualquier edad, deber de elegir lo que sembramos  y necesidad de confiar.

Escucha: Y si quieres cambiar de sueño cada luna nueva, como cuando tenías 7 años, tú misma. No te vayas a privar de nada.

 

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1 comentario:

  1. MAGNIFICO...me ha llegado al alma y justo en el momento apropiado...Gracias💟

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