martes, 24 de mayo de 2022

La vida, pese a todo

El título me lo regaló mi amiga Moni, a la que conocisteis en La última navidad de Doña Carmen. Tras pasar largas semanas en casa de sus padres, tratando de asimilar que el COVID-19 le había arrebatado sin piedad a su madre, volvía a su casa y le sorprendía la primavera floreciendo en sus macetas. La vida, pese a todo, escribía.

Su sorpresa, tan sutilmente expresada, me trajo de recuerdo las tardes de hospital cuando mi padre agonizaba. Vivíamos en tal encierro sobrecogido que pareciera que el mundo ahí fuera se hubiera interrumpido para respetar nuestro silencio. Al anochecer, sin embargo, salíamos de entre aquellas paredes blancas y a UNA no dejaban de sorprenderle los coches circulando, la lluvia cayendo, las luces de una ciudad a la que le importaba un bledo nuestro drama. La vida, pese a todo.

Recuerdo igualmente un viaje de mi madre en taxi de vuelta a casa después de que hubieran ingresado con un pronóstico no muy halagüeño a una nieta suya. El conductor osó encender la radio y mi madre le pidió que hiciera el favor de quitarla. La vida no puede hacer ruido pese a todo... ¡Pese a su nieta no!

Esta especie de indignación añeja ante el hecho de que, cuando nuestro mundo se detiene en seco, la vida se atreve a continuar pese a todo, se ha ido tornando sin embargo en reconfortante a medida que UNA ha ido madurando. Ese poder que tiene la vida de imponerse a nosotros es lo que concibo más cercano al concepto de dios.

En aquellas primeras semanas de confinamiento, en las que el fin del mundo parecía apremiar, UNA os relataba aquí cómo los pájaros seguían piando en el patio de mi casa, ajenos a nuestras vicisitudes, empapados en el regocijo de su ignorancia. En su algarabía, encontraba UNA cierta serenidad aquellos angustiosos días. La vida, pese a todo.

No importa cuántas guerras inventemos, no importan las pandemias, no importa que arda París, los días continúan haciéndose más largos en primavera, amanece siempre, las olas siguen bailando su vals en esa playa.

La vida continúa pese a todo. 

UNA tiene la certeza de que el fin del mundo será en realidad el fin de nosotros. El mundo continuará pese a nuestra extinción. De hecho, gracias a ella. La vida estaba ahí antes que nosotros, seguirá estando ahí después de nosotros. La vida, perfecta, bella, creadora, pese a todo. Ella es el dios al que UNA reza. Ella, el milagro diario.





1 comentario:

  1. Llegué, aquí estoy viendo ese hermoso atardecer, una foto preciosa, ese pájaro que lo sobrevuela, esos colores, ese fuego reflejado en la arena mojada, contemplarlo después de haber leído la entrada, reafirma "la vida pese a todo", gracias por haberme hecho llegar hasta ella, pues triste y melancólica se muestra sin embargo la dulzura que emana vale la pena. Un abrazo

    ResponderEliminar

Agradezco tus comentarios