Este post llevaba escondido en el fondo de mi cajón virtual unos cuantos meses y revoloteando en la cabeza de UNA años. Me ha parecido apropiado darle una vuelta ahora que nos han puesto de moda hablar de "baja por regla sí, baja por regla no" (si alguien más cree que parte de la manipulación consiste en lanzarnos distractores a su antojo que levante la mano👆). UNA personalmente piensa que el COVID-19 le ha otorgado al poder político competencias que no le pertenecen, como decidir si alguien puede o no tomarse una baja médica, cuando debería ser el médico quien decidiera si efectivamente corresponde o no una baja médica, como su propio nombre indica. Para UNA, no hay diferencia entre la regularidad de una regla que incapacita y, por ejemplo, la regularidad de una migraña que incapacita. Pero ésa es mi opinión, y UNA no entiende ni de medicina ni de política. Tampoco padece por suerte de migrañas incapacitantes ni de reglas incapacitantes.
Quizás el tema no esté teniendo tanto éxito como esperaban, pues es éste un tópico que en general incomoda, del que se tiende a no hablar. Recuerdo una vez de adolescente que nos reunimos una pandilla en casa de un amigo y me puse con la regla de forma inesperada así que le pedí a la madre de mi amigo una compresa prestada. Luego mi amigo me confesó que desde ese preciso momento su madre me crucificó como "descarada". De "estas cosas" no se hablaba. Ahora se habla un poco más, pero sigue existiendo cierto aire mutista de tabú respecto a todo lo que sucede de cintura para abajo.
Para UNA, la regla es sólo un síntoma más de un sistema mucho más complejo para el que UNA acuñó el término "las p***s hormonas". Los asteriscos están en lugar de "uta" con los cual básicamente estamos hablando de "las putas hormonas". ¿Ya estás incómodo? Pues no lo siento ya que creo firmemente que éste es un tema que no nos ocupa tanto como debería. Por esta falta de visibilidad de las fluctuaciones hormonales es precisamente por lo que muchas mujeres sufren la incomprensión ajena y, lo que es peor, la propia; son tachadas de locas o raras por sus parejas o, lo que es peor, por ellas mismas; y dejan de ser arropadas o son totalmente desaprobadas por el entorno en momentos vitales cruciales.
En el caso de UNA, que es el único al que oso acudir como repertorio de ejemplos, las p***s hormonas han dictado los avatares de no pocos días de mi vida mundana, así que ya era hora de que echaran un día en mi blog. Estoy hablando aquí de los días previos a la regla, cuando la respiración de tu marido puede en un momento dado llegar a resultarte insoportable; cuando te sientes hinchada y fea y hasta tu pelo contesta mal; cuando escaneas el frigorífico con ansia y serías capaz de asesinar a sangre fría al que hubiera tenido el valor de tomarse la última pastilla de chocolate. Me estoy refiriendo también a los pospartos, en los que todo el mundo te supone feliz -incluida tú misma- pero no puedes evitar llorar o estar de mal humor a cada pequeño contratiempo; en los que las invasiones de tu suegra, que hasta entonces habías tolerado con paciencia y cierto humor, de repente se te antojan axfisiantes; en los que la sola idea de volver a disfrutar del sexo te resulta bastante improbable. Hablo igualmente de los sudores nocturnos de la perimenopausia, de las noches de insomnio, de la caída del ánimo... Es una jodienda. Sí, ya sé que vengo muy mal hablada hoy, pero me lo vais a perdonar.
¿Cómo vamos de incomodidad?
Luego están las desdolidas. No todas son como UNA, afortunadas ellas. Hay muchas mujeres no afectadas dramáticamente por las hormonas, que navegan los ciclos con gracia y dignidad, con compostura y sin alteración. También están las aparentemente mujeres-sin-hormonas. Casi todas las de antes y alguna de ahora. Aparentemente en itálicas. Mi madre no llora nunca. Dice que ella no tiene lágrimas. Es de esa generación en la que el sacrificio muchas veces requería de la desconexión con el cuerpo. Sin embargo, se vio sobrepasada un día en el que coincidieron y se retaron mi adolescencia y su menopausia, y la-mujer-sin-lágrimas lloró: Que las hormonas doblaran a esta mujer adusta y recia sólo me habla del poder que detentan, ante el que no me queda otra que quitarme el sombrero, hacer una reverencia y rendirme.
Peter me mira y me dice que no quepo en mi cuerpo.
- ¿A qué te refieres?, le interpelo, y las p***s hormonas hacen sonar mi pregunta a amenaza.
Peter, que es un valiente💔, continúa:
- Pues que no te cabe la energía en el cuerpo, que tienes energía para dos cuerpos y sólo uno donde meterla.
UNA, que siempre ha sostenido que los hombres en estos debates mejor callados ya que no tienen ni idea de qué coño (nunca mejor dicho) estamos hablando aquí, reconoce que Peter ha dado en la tecla. Es energía. Energía roja. Como el dragón de fuego del año nuevo chino. La dragona, me dice una amiga que me (re)conoce. Otra me hablaba el otro día del fuego interior que emanó en su menopausia. Las hormonas vienen a exacerbar lo que llevas dentro: Si es una chispa lo que albergas, encenderán una hoguera.
Como con muchas otras cosas en la vida, al final, lo único que te salva de quemarte, es hacerte amiga. ¿Recuerdas? El espacio denro de la piel ha de ser siempre amigo. UNA empezó a darse cuenta, practicando la (auto)observación en la que se asienta este blog, de que los días de energía roja, UNA también está especialmente creativa: no me refiero sólo a sentirme más inspirada para la escritura expresiva, que también, sino a que empiezan a lloverme ideas sobre cómo resolver ciertos temas que andaban bloqueados, o a inundarme iniciativas creativas a nivel familiar, personal o laboral. Esa especie de pérdida de filtro que acompaña a las p***s hormonas cuando están alteradas trae consigo un reguero de posibilidades si consigues ganar conciencia de cómo se explaya y destinar la energía a crear en vez de cabrear. Esta entrada, por ejemplo.
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En general parece que todas las personas hemos sido educadas para no hablar de ciertos temas y, en el caso de las mujeres, parece que esa lista de temas incluye bastantes más cosas....
ResponderEliminarSinceramente creo que algo se va avanzando, quizás no a la velocidad adecuada y no siempre en la dirección correcta, pero algo se avanza. Me cuesta creer que alguien puede juzgar como descarada en este siglo a la una adolescente...., mejor no me saques de dudas, prefiero mi ignorancia.
Respecto a lo de las bajas, lo veo un tema muy complicado que han simplificado demasiado. A veces parece que nos lanzan huesos para que nos matemos entre nosotros y no veamos el elefante en la habitación que esta jodiendo el sofá y comiéndose nuestro futuro y el de nuestros hijos....
Hay días que todo es una inmensa pereza y todo da un cansancio horrible... serán las hormonas.
Serán las hormonas o que nos está aplastando el elefante... ;)
Eliminar¿elefante?, ¿qué elefante? no veo ningún elefante en esta habitación ;)
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